El Alentejo es esa región que guarda la esencia del mundo tradicional en Portugal. Es esa franja desde donde se pueden contemplar los más bellos paisajes y donde las elevaciones del terreno se aprovecharon para erigir castillos y villas.
Se encuentra allende el Tajo y se extiende desde el sur de Lisboa hasta el Algarve, muy cerca de la frontera de España. Ocupa alrededor de un tercio del territorio nacional y es una región esencialmente rural.
Una tierra próxima y acogedora, la mayor de las ocho regiones del país, la menos poblada, y de las menos transformadas por el turismo. Eso, junto a la excelencia de su comida y sus vinos, le confiere un valor auténtico.
Aquel día viajábamos por ella. En un plan más relajado tocaba acercarse a sus suaves colinas con ese clima mediterráneo más oceánico que hace que la ruta se disfrute mucho más que la parte española colindante.
Allí probé el cerdo al estilo alentejano, una combinación de carne con patatas y almejas, que hace de él uno de los platos más tradicionales, después del bacalao que en Portugal tiene tantas formas de prepararse como días tiene el año.
En esas tierras están las mayores plantaciones de alcornoque, de donde se extrae el corcho, vital para la economía del país y del mundo por ser un aislante del calor y del que Portugal es responsable en un 54 por ciento.
Dada estas razones, sus ciudades son pequeñas, tradicionales y en sus cortos tramos condensan la huella de las civilizaciones que apreciaron la región.
Así es el caso de Évora, donde hay un templo romano dedicado a la diosa Diana que mantiene 14 columnas íntegras en el centro de una plaza. Se dice que fue un enclave relevante para musulmanes y cristianos, quienes erigieron la catedral sobre la antigua mezquita entre los siglos XII y XIII.
El patrimonio de la ciudad incluye palacios y templos, como la iglesia de San Francisco, que muestra el agradable estilo manuelino portugués. Destaca una capilla cuyas paredes y columnas están cubiertas por cinco mil calaveras y millares de huesos en el convento del propio nombre.
Évora es una ciudad situada en el corazón del Alentejo. Dominan en ella las casas blancas y tradicionales con sus azulejos. Está inscrita en el Patrimonio de la UNESCO y su esplendor viene del siglo XVI, cuando los reyes vinieron aquí.
Controlando la hermosa sierra de Sao Mamede y con un pasado muy vinculado con la época romana, se erige la medieval Marvao, que conserva la antigua estructura de ciudad amurallada y desde donde se obtiene la más singular panorámica del Alentejo.
Todas sus calles empedradas apuntan al castillo, y sus casas típicas y con aires medievales están perfectamente integradas al patrimonio arquitectónico. El castillo, las fortificaciones, la Torre de Menagem y la Iglesia de Santa María, permiten que el trayecto sea muy singular.
Marvao jugó un importante en conflictos militares y crisis dinásticas del pasado de Portugal. Es un área importante, toda vez que dentro de sus murallas hay detalles artísticos de interés como arcos góticos, ventanas manuelinas, balcones de hierro forjado, emblemas de casa, y otros detalles.
Allí hay capillas por todos los extremos como resguardo y protección de los vientos. La costa alentejana es salvaje por su cercanía al Atlántico. Sus fuertes vientos y grandes olas, la hacen ser una zona brava.
Muy pocos kilómetros separan a Marvao de Castelo de Vide, otro pueblo medieval indiscutible para comprender la región.
Se trata de uno de los destinos más importantes de esa zona, con fachadas armónicas y cuestas que te hacen recordarla. Su fuente medieval es un detalle que te hace parar, refrescar y tomar una foto.
Ya en 1200 la ciudad era una fortaleza defensiva contra los invasores extranjeros, y todavía hoy se pueden admirar algunos testimonios de este pasado tumultuoso.
En cuanto a la arquitectura religiosa, la iglesia de Santa María da Devesa domina el centro de la ciudad con su fachada blanca y sus campanarios dobles, es realmente una de las señas de identidad de esta ciudad.
También la conservación del barrio judío, asentado a finales del siglo XV y que se nutrió de un buen número de fieles de esta religión provenientes de la entonces hostil Castilla y afectados directamente por el Edicto de expulsión dictaminado por los Reyes Católicos en 1492.
El día anterior habíamos dado un vistazo a Mértola con sus casas de tejados rojos al borde de una escarpadura por cuyo fondo corre el río Guadiana.
Se sabe que fue un importante puerto fluvial, hasta el que llegaban los barcos aprovechando la navegabilidad de ese afluente, que sirvió también como embarcadero de cereales y minerales hacia el Mediterráneo.
Aunque fue romana en el pasado, se convirtió después en la capital del reino árabe. Uno de sus grandes valores es que ha sabido conservar una fortísima impronta oriental, presente en las calles que serpentean en cuesta dentro de un casco viejo y amurallado realmente compacto.
En Mértola hay monumentos neolíticos, pinturas rupestres y un gran patrimonio arqueológico.
Encima de una colina hay un castillo de la época romana, que luego perteneció a los visigodos, a los musulmanes y finalizó en la Orden del Temple.
Por razones estratégicas en la época medieval se construía encima de las colinas. Muchos castillos de origen templario se asientan en el Alentejo. Uno de sus más representativos está en Tomar, una ciudad dominada por el Convento de Cristo y el siguiente punto del recorrido.
Gracias Sissita por compartirnos esas experiencias tan lindas .. es lindo viajar y trasmitir a los demás las aventuras y lugares hermosos que visitamos .
Cómo siempre sisi muy hermoso y cultural Gracias por compartirnos esto tan bonito
Muy interesante y explicativo resumen ,sin dudas otra de tus bien contadas experiencias, resaltas cada detalle con bonitas descripciones de del lugar , además de agregar junto a esto ,muchos datos de valor a nuestro conocimiento ,lo cual da a tu información una sensación exacta de la belleza y valor histórico del lugar .