Hay un promontorio indomable con vistas al océano Atlántico que fascina desde hace siglos a navegantes y viajeros de todo el mundo. Lo llaman Cabo San Vicente y a sus acantilados no puedes dejar de llegar cuando estas de paso por Portugal.
Conocido desde los tiempos de los fenicios y de los romanos, se trata de un accidente geográfico situado en el extremo sudoeste del país, en la zona conocida como el Algarve.
Antes de la Era Cristiana, solo este límite se conocía. Según la geografía de Estrabón, el punto que hoy conocemos como San Vicente no solo era el más occidental de Europa, sino de todo el mundo habitado.
Tan sagrado era para los antiguos que lo nombraron Sacrum Promontorium y lo dedicaron al dios Saturno. No hay mejor balcón hacia el Atlántico que este lugar.
Entre barrancos y el barrido frecuente del viento, desde ahí visionas un paisaje hermoso y salvaje, donde anidan las aves y está el último trozo de tierra que los marineros veían antes de lanzarse a mar abierto.
Precipitados sobre el Atlántico, los acantilados alcanzan una altura de 75 metros conformando uno de los extremos más reconocibles, escénicos y peligrosos de la Península Ibérica.
Desde Cabo San Vicente es posible apreciar el paso de barcos que transitan entre el Mediterráneo y el norte de Europa.
Estar allí te hace sentir que estás abrazando el océano, esa masa de agua que acogió a tantos marineros audaces que zarparon de Portugal para encontrar un camino hacia el sur y también hacia el este por el mar.
Un faro de color rojo de 24 metros de altura está en el sitio desde hace siglos y le da perspectiva a cualquier foto que se haga de Cabo San Vicente. Sustituyó a otros que fueron levantados sobre una fortaleza como defensa de esta zona de la costa.
Emite un destello de luz blanca cada cinco segundos y tiene un alcance nocturno de 32 millas náuticas.
Alberga un museo que recuerda el papel de aquella villa costera en el pasado marítimo de Portugal. También la importancia de Sagres y su fortaleza en el impulso a la navegación y la cartografía en la Edad Media.
Aunque los lugareños hablan de una escuela marítima, la Corte Sagres es considerada un mito de la historia portuguesa. Se estima que fue una agrupación de personalidades científicas y técnicas ligadas a la navegación oceánica del siglo XV, formada en torno al infante Enrique en la localidad de Sagres, cerca del cabo San Vicente.
Hoy, la ruta por el Algarve contempla una visita a la fortaleza del propio nombre, situada en una posición estratégica, a solo seis kilómetros del Cabo San Vicente y uno de los lugares históricos más importantes del país.
Ordenado por el infante Enrique, la construcción del baluarte se alza en una península y dispone de un conjunto de acantilados que la rodean casi por completo. Solo cabía defender el norte, pues el fuerte resultaba infranqueable por vía marítima.
Ornamentada con una gran rosa de los vientos, de 43 metros de diámetro, la fortaleza de Sagres está en lo alto de un promontorio y también su carácter fue defensivo contra los ataques piratas que durante el siglo XV se sucedían en estas costas.
Casi todos los exploradores europeos navegaron en carabelas. Estos barcos rara vez medían más de 20 o 30 metros de largo y pesaban menos de 150 toneladas, pero podían hacer frente a un mar agitado y navegar contra el viento.
Eran rápidos, algo vital a la hora de cruzar vastos océanos, y podían moverse en casi todas las direcciones, gracias a las grandes velas cuadradas en la proa, y los mástiles principales llenos como paracaídas para navegar a alta velocidad.
La elevada sección en la proa brindaba protección adicional contra las tormentas. Su casco profundo, estrecho y su quilla recta y fuerte permitían mayor velocidad y estabilidad en el mar.
Toda la zona del Algarve representaba un bastión inaccesible y desde ella los portugueses iniciaron la epopeya que los llevó al encuentro de otros pueblos y culturas en el siglo XV.
En esa época se convirtieron en el asombro del mundo. Ese pequeño país en el rincón de Europa se lanzó a una extraordinaria aventura naval que llevó a sus barcos y expedicionarios a traspasar los límites del mundo conocido en Occidente.
En una empresa caracterizada por el arrojo, las penalidades, la codicia, la curiosidad y la violencia, los portugueses ganaron la carrera por llegar a la India y se hicieron los amos del océano Índico para controlar el comercio de especies, conquistando a cañonazos los viejos predios del legendario Simbad.
Según está documentado históricamente, del cercano puerto de Lagos salieron numerosas expediciones de exploración, colonización y saqueo hacia costas africanas, brasileñas y las islas atlánticas.
Lo cierto es que toda la zona, hasta Albufeira significa dominio del mar. Es casi un espejismo imaginar y hablar de Portugal sin hacer referencia al pasado histórico y de navegación, porque fueron los viajes por ultramar los que le permitieron ser la nación que es hoy.
Muy buena la historia porque Portugar parece insignificante en comparaci'on con los grandes paises de Europa
Seguimos ganando en conocimientos muy interesantes ,gracias a q nos compartes tus bonitas experiencias de viaje .