Todas las sensaciones que tuve en Egipto me recordaban que hay más de lo que el ojo es capaz de ver, que hay algo invisible que nos envuelve y nos moviliza de maneras que no podemos comprender con nuestra lógica mente humana.
En el mundo de esta vasta cultura hay símbolos reconocidos como lenguajes de luz, legados sagrados de alto nivel cognitivo en disciplinas como la arquitectura y la medicina, respuestas que se nos escapan, misterios que la ciencia no puede explicar.
La energía vibra alta en sus espacios, en los interiores, en los grabados, en los templos, en las colosales obras que nadie tiene certeza de cómo se lograron. Todo allí te hace virar con un inexplicable nivel de conexión y asombro.
Y cuando tu corazón entiende esto, te dejas llevar. Sientes que los astros se alinean para que vivas ese momento en un lugar sagrado, para que cumplas un sueño adolescente en un espacio al que miles de peregrinos viajaron buscando respuestas a lo largo de los tiempos.
Me sentí emocionada frente a las pirámides, su símbolo por antonomasia y las cuales se levantan como testimonio eterno de ese legado todavía por descubrir. En su perfil monumental de construcción, no del todo explicable para la ingeniería moderna, se proyectó un imperio perfectamente organizado.
Quedé impresionada frente a sus monumentos, cuyas proporciones colosales respondían a una vocación de grandeza e intentaban plasmar el poder de quien regía los destinos de sus súbditos, el orden cósmico y la vida de ultratumba.
Asombrada de que casi todo allí esté realizado en piedra para dar consistencia y esté cubierto de jeroglíficos tallados, que aún el paso de los años no ha podido destruir.
Los relieves, las pinturas y los dibujos de esa civilización que creció junto al Nilo son simples y al propio tiempo solemnes y perfectos. Es como si los artistas supieran que su trabajo estaba al servicio de la eternidad.
Fundamentado en la religión y en sus ideas sobre la vida de ultratumba, en el carácter sagrado y divino del faraón, el arte egipcio se caracteriza por lo colosal y lo monumental de la arquitectura.
Me sentí libre en ese desierto ancestral que cruza gran parte de su territorio, donde la vida me hablaba y me pedía que escuchara ese llamado interior, que nos abre las puertas a los misterios del alma.
Flotando en medio de la brisa del Nilo que nos llevaba de un templo a otro para que nombres como Karnak, Edfu, Hatshepsut, la Necrópolis de Tebas y los Colosos de Memnón, quedaran en mi memoria por siempre.
Volando en un globo que el aire desplazaba para mostrarnos desde la altura el soñado valle de los reyes, donde está enterrada la realeza en unas 69 tumbas, a las cuales se accede a través de unos pasillos llenos de pinturas en diferentes estados de conservación.
Impactada frente a sus monumentales templos como el de Abu Simbel y el de Luxor, concentradores de gran parte del patrimonio mundial de antigüedades.
Y es que en Luxor están las ruinas de la antigua Tebas, el centro de culto y la ciudad más venerada del antiguo Egipto, cuidada por faraones y cuya energía la convirtió en capital del país en varias ocasiones.
Recorrer los antiguos pilares de los templos que se levantaron allí es algo así como viajar en el tiempo, pues de las tumbas excavadas, de los testimonios en piedra, de sus palacios emergen las vidas de quienes hicieron que a Tebas se le recordara como “la poderosa”.
Todo allí hace gala de esa ciudad de ensueño, depositaria de valiosos recursos y rutas comerciales, que acogió la fastuosa corte de los faraones y donde se adoraba a Montu, el dios halcón de la guerra, y más tarde también a Amón, el oculto.
Fueron tantas sensaciones las que se juntaron en ese viaje que sentí que debía contar mis bendiciones.
Egipto siempre será para mí el principio de un camino, la nación del despertar, la que me mostró ese silencio desde muy adentro para que yo conectara con mi esencia y me convirtiera en la autora de mi propia historia.
Aun no salgo del asombro de la conservación de sus piramides y monumentos, y no me explico como siendo Egipto de una civilización mas antigua, aun conserva en estado impecable sus sitios históricos, y sin embargo al visitar turquia casi nada queda de sus lugares sagrados e históricos a pesar de ser notoriamente mas joven en el tiempo.
Tus narraciones para sin duda son las mejores no tengo palabras para decirte que como escribes con el alma nos trasportas hasta ahi y haces que lo vivamos
que hermoso dan muchas ganas de conocerlo, tus palabras nos transmiten lo majestuso del lugar , gracias por compartirlo.
Espero cada semana el siguiente de tus motivadores relatos los que enriqueces con tus vivencias y sensaciones, y pones en nuestro conocimiento ,a través ,de tu escritura sencilla, delicada y sin abuso de recursos exagerados en el arte d redactar, facilitándo a tus lectores en mi opinión q logres con éxito, tus objetivos de trasmitir con tal claridad y fuerza lo q escribes q sentimos q aunque no presentes te estamos acompañando en tus benditos pasos.
Egipto es para muchos el principio del camino, para mi el inicio de uno nuevo. Espero algún día Dios me de la oportunidad de seguir tus pasos, escuchar mi silencio y conectar con mi esencia. Te amo mamá