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Sintiendo el alma de Irlanda desde la Roca de Cashel.

  • Foto del escritor: Sissi Arencibia
    Sissi Arencibia
  • 19 dic 2024
  • 4 Min. de lectura


Flanqueada por ruinas, cruces celtas y torres redondas, la Roca de Cashel es uno de los sitios más evocadores de toda Irlanda.

 

Se le conoce como Cashel de los Reyes o Roca de San Patricio y a nivel de corazón es el lugar más importante de la isla, porque en esa colina estuvo la fortaleza del gaélico reino de Munster, desde donde Brian Boru unificó al país.

 

Ubicada a medio camino entre Dublín y Cork, ella encierra más de mil años de historia. Fusiona el extenso legado de los comienzos de la era cristiana bajo los fundamentos de San Patricio, con el asombroso paisaje de este destino.



Sus ruinas y los restos del fuerte en la roca, con un importante valor histórico y patrimonial, recuerdan la aventura guerrera de esta isla mítica en el fértil terreno conocido como Golden Vale, al este del país.


La vista del promontorio es hacia el mismo paisaje verde que marcó la vida de quienes hicieron historia en el sitio. Dicen que en el siglo V San Patricio lo convierte en un reino y que el rey Brian Boru puso fin al dominio del Alto Reinado de Irlanda en el siglo X.



Boru es de las figuras más recordadas de Irlanda, en tanto fue el primer gobernante que reivindicó el poder sobre toda la isla. Se le recuerda como el líder que unió a los caudillos regionales para librar a su país de los vikingos.

 

Aunque vivió un siglo después de las devastadoras incursiones vikingas, fue su principal oponente y su lucha es vista como la culminación de una batalla nacional contra los invasores nórdicos.

 

El paso de ese gran guerrero, quien lidió desde pequeño con el caos que ellos habían traído a su tierra, es recordado en Cashel, donde fue coronado rey supremo en 1002.

 

Su gobierno trajo prosperidad, ley y orden. En vida recibió el nombre de Brian de las Tribus por su papel recaudando tributos para reconstruir monasterios profanados, fundar iglesias y restaurar bibliotecas quemadas durante las incursiones.

 

Cashel yace hoy como escondido entre los prados verdes, pero durante la Edad Media el reino alcanzaba toda la zona suroeste de la isla y fungía como un importante centro comercial, político y religioso.

 

Fue la sede tradicional de los reyes de Munster hasta que el complejo se donó a la iglesia Católica hace un milenio para su uso, convirtiéndose en uno de los cuatro arzobispados de Irlanda. El propio San Patricio tiene su cruz allí.

 



Las torres redondas que allí se dejan ver eran campanarios y son un elemento arquitectónico único en Irlanda.


El pueblo que circunda a Cashel debe su existencia a esa elevación natural con su inconfundible silueta que está como perdida en medio de la campiña y es considerada hoy uno de los monumentos más fotografiados de la nación.

 

Está enclavada en una antigua tierra, de raíz celta, llena de piedras que delatan el paso de los años y con el tono verde como telón de fondo. De muchas maneras sientes que desde allí brota el alma de Irlanda.


Una nación asombrosa y grandiosa en sí misma, que te deja caminar por sus ruinas, porque su historia no está contenida en un punto.

 

Con un concepto muy peculiar en torno a la restauración, a ella no vienes para admirar la monumentalidad de las construcciones de los periodos góticos presentes en otras partes de Europa, sino las ruinas de ellas.

 

Ese rostro es parte de su proceso. Tal y como quedaron por la dureza de la historia, así son mostradas por los irlandeses, quienes viven orgullosos del papel que jugaron sus monasterios y abadías en la preservación de la cultura de Occidente.


Lo que sobrevivió al paso de los años no fue su arquitectura, sino lo que salió de esos recintos en materia de saber, de la mano de los copistas. Ellos se encargaron de traducir y escribir con esmerada caligrafía los textos sagrados.



A su pulso me agarré décadas atrás, esperando que llegara este momento para poder sentir ese latir de sabidurías ancestrales.


Acercarme a esta cultura fascinante cubrió de muchas maneras mis expectativas, regidas por el deseo de pisar los terrenos sagrados del mundo.


Este era uno de esos, porque aquí vivieron los celtas y con ellos una cultura, una cosmovisión y una sociedad basada en principios muy específicos.


Todo ese mundo que daba un valor inmenso a las leyes naturales, al conocimiento de los solsticios y equinoccios, la astronomía y el principio de la oralidad para mantener el saber a través de los tiempos, corría en flechazos por mi mente, mostrándome el valor aprendido.


De tal suerte que en la Roca de Cashel empezaba para mí la verdadera aventura irlandesa y cuando me acerqué agradecí como tantas veces el destino de mis pasos.

 

Porque ellos me habían traído a una tierra legendaria, a los predios de un rey unificador y a los esplendores de aquellas abadías que salvaron la cultura de Europa, con un alto sentido de la estética y la espiritualidad.

 

Fueron los monjes quienes, por medio de la fe, el color y la armonía, sellaron un arte fino, lleno de luz y belleza, del cual Irlanda se regocija hoy.




 

 

2 Comments


aidafuentes1942
aidafuentes1942
Dec 28, 2024

Me ha gustado mucho la forma que narras esa parte de la historia. Sigue adelante

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estrehernandezfuentes
Dec 26, 2024

Siempre seguir tus trabajos es una garantía para ganar conocimientos y d vivir un nuevo encuentro con la historia y con la belleza natural de estos lugares.En este artículo ha sido un intersante encuentro con estas geniales ruinas,centro d referencia en la historia medieval d Irlanda.

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Sobre este blog

Mis pasos han tenido la suerte de andar muchos caminos. Algunos con curvas que me hicieron caer; otros filosos en los que superé pruebas dolorosas y muchos gratificantes, que me llevaron a cumplir el sueño de explorar el mundo. Leer más.

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