Cuando pisé el kilómetro cero en la plaza del Obradoiro sentí que una senda más larga se abría ante mí. Traía la espiritualidad del camino luego de varios días de marcha. Mis pies habían descubierto Galicia con un propósito trascendente.
Aún puedo cerrar mis ojos y recordar lo que sucedió ese día cuando llegué a Santiago, luego de avanzar por los campos gallegos. Pero, mi exaltación fue más vibrante cuando dos días después llegué al Pórtico de la Gloria para participar en la misa del peregrino.
Santiago tenía una última lección que darme esa mañana y era la de entender que todas las experiencias están diseñadas para que aprendiera algo más sobre mí y que ese viaje intentaba acercarme más a quien soy.
Yo estaba ahí ese día y no otro, porque, además de escuchar la misa, debía ver el gigantesco incensario cruzar volando la catedral, balanceado por siete hombres.
No había presenciado un espectáculo tan conmovedor. Ni siquiera era consciente de que se ponía en movimiento.
El símbolo de plata, llamado botafumeiro y distintivo de la catedral de Santiago de Compostela -con un peso de 62 kilos- se balanceaba sobre nuestras cabezas y el humo nos alcanzaba a todos por igual.
Había aprendido que la luz entra en nuestras vidas con cada respiro consciente que damos. Que el espíritu es la esencia de lo que somos. No requiere ninguna creencia en particular. Solo es, y la única clave de esa esencia, es estar consciente del momento presente.
Presenciarlo me permitió abrazar la bendición más sincera, porque, por extraño que parezca, esa pieza se pone en movimiento en muy contados días del año. Sólo en celebraciones importantes y durante la apertura y el cierre de un año santo.
Yo estaba allí. Era parte de mi historia. No sabía si dar gracias por el camino, hacerlo por la vida, por los míos o por las gracias divinas.
Necesitaba aquilatar todo lo vivido. El esfuerzo de días atrás había sido mayúsculo, pero la recompensa, simplemente indescriptible.
Mientras disfrutaba de la vista frente a mis ojos, me sentía muy cerca de Él. Al igual que yo, muchos durante siglos habían sentido la carga emotiva de ese lugar, de esa catedral, levantada sobre el sepulcro de Santiago El Mayor.
Diversos son los caminos que los peregrinos han utilizado para llegar a Compostela, pero todos terminan aquí, rendidos ante este espacio sagrado, luego de transitar una senda de reflexión con exigencias, conocimiento y experiencias espirituales.
Hay rutas que cruzan las tierras europeas y surcan los mares desde los países norteños, pero todas orientan al caminante a esta ciudad y a su sede catedralicia. Cualquier peregrinaje converge en el Obradoiro, donde termina, o empieza la aventura.
En torno a él giran los edificios más relevantes de esta ciudad, convertida en una de las más importantes de la cristiandad por ser el lugar donde se avistó la tumba del apóstol que se encargó de difundir la doctrina de Jesús por Occidente.
Cuentan que los restos del pescador llegaron a este lugar desde Jerusalén en una barca sin timón ni velas, en un aventurado viaje realizado por sus discípulos Atanasio y Teodoro.
La costa de Galicia fue célebre a partir de que se encontrara un altar y tres tumbas, donde una descripción identificaba el sitio exacto donde yacían los restos del personaje bíblico. Un elemento que sin dudas apuntaló la religión y la cultura de España.
Me quedé andando en Compostela, porque esa ciudad merece ser recorrida. Allí llega gente de todos lados desde que el rey Alfonso II de Asturias se convirtiera en el primer peregrino de la historia.
A Santiago le fue concedido el derecho de levantar una iglesia y tres villas cuando se descubrió el cuerpo del apóstol. Y ese acontecimiento repercutió en la peregrinación y en la historia de este lugar.
Su vida espiritual se funde con el latir del Camino que brinda una lección de esfuerzo, humildad, intercambio y agradecimiento.
Un vistazo rápido a la ciudad te hace notar al instante que los dos momentos más importantes arquitectónicamente hablando son el románico y el barroco. La presencia de motivos geométricos que buscan el claro oscuro y el efecto teatral son en líneas generales lo más destacado de sus construcciones.
Las chimeneas enormes son típicas de ese arte y se ven en muchos edificios de aquí. En todas las iglesias de Galicia el campanario es muy parecido a la berenguela de la catedral, porque esa torre sirvió de modelo para todas las capillas rurales.
Nada más entras a los límites de la plaza, los acordes de la gaita se escuchan para darle gracia al periplo, el cual sigue la misma ruta de los peregrinos desde el medioevo. Desde que el camino se descubrió allí está la calle de azabacheros, donde se trabaja la dura piedra con poderes mágicos y protectores.
Luego pasas por el Monasterio de San Martin Pinario, una obra renacentista de las más bonitas de Santiago y donde estaba el hospital de peregrinos. Con su escalinata y columnas de estilo dórico, la estructura perteneció a la orden benedictina, con fama de manejar yerbas y ungüentos cultivados por los propios monjes.
Y luego, el hostal de los reyes, mandado a construir por Isabel y Fernando en el siglo XV; el rectorado de la Universidad, que es parte del Palacio Fonseca; el ayuntamiento y la Catedral, hacen de la plaza del Obradoiro una obra de arte de todos los estilos.
Allí se concentran los poderes que rigen la capital de Galicia. Cuando se construyó, el hostal reafirmó el poder real y en su momento fue hospital, alojamiento, inclusa, cárcel, enfermería y botica. Al día de hoy mantiene su tradición hospitalaria.
Obradoiro significa taller porque los canteros permanecieron en la plaza desde la construcción de la fachada barroca. En Galicia el granito está por todas partes y el gremio de canteros fue muy poderoso. También el de plateros.
Eso explica el hecho de que las plazas y calles que rodean la catedral tomen el nombre de esos oficios.
De Santiago me fui con todos los símbolos que pude. Con el códice calixtino, la estrella, la concha y la cruz en forma de espada de los caballeros de la Orden de Santiago en tiempos de las cruzadas. Viré con la certeza de que llegar allí fue de las mejores que me pudo suceder, porque me dio la posibilidad de continuar mirando el mundo con asombro.
Eso debe haber sido para ti ..una de las experiencias más hermosas .. por todo su significado espiritual… gracias por comentarnos Sissita y de forma tan maravillosa la conexión de tu viaje . Eres especial !!.
Mi sissi que experiencia tan inolvodable y que fue muy cansado pero al final lograste estar donde querias y gracias por enseñarnos y llevarnos a esos lugares tan hermoso
Que hermoso lugares mágicos llenos de arte cultura que privilegio poder visitarlos te felicito y a la vez te doy las gracias por compartir con nosotros esto tan hermoso mi sisi dios te bendiga siempre