Como peregrina puedo dar fe de que el trayecto a Compostela se mete en los zapatos y el alma de quienes se atreven a emprender esa ruta milenaria que, más allá de la experiencia física, es un auténtico viaje vital enriquecido con el espíritu del camino.
He sido testigo de la riqueza de esa senda, que te hace pasar por aldeas rurales, pueblos, iglesias, paisajes y mueve todo tipo de sentimientos y sensaciones. Caminé a través de la niebla, de la lluvia, percibí su profundo silencio y aprendí a ver con el alma.
Compostela es el tercer destino de peregrinación cristiana, después de Roma y Jerusalén. Llegar a ella es una meta que supera la fatiga acumulada desde cualquiera de los puntos de inicio del camino hasta Monte de Gozo, donde la santa ciudad se presenta por primera vez ante nuestros ojos.
Es un viaje espiritual donde prima la devoción, la entrega, la generosidad y la concordia, al margen de la procedencia y la condición de los caminantes. El trayecto se encarga de revelarte eso a cada paso.
No por gusto la experiencia es única y permanece inalterable a lo largo de los siglos a pesar de contiendas y catástrofes, convirtiéndose en un fenómeno mundial que traspasa las barreras europeas, para acoger a cientos de peregrinos todos los días.
Leticia es una salvadoreña con muchos años pero con un espíritu digno de contarse, a pesar de las tantas veces que ayudé a frotar su hombro. Mirian es una española que llegó con la pierna hecha jirones el primer día, pero que, paso a paso, llegó al final del trayecto.
Mi amiga Jesica es una mexicana que hizo el camino desde Francia y compartió albergue con unos australianos. Ella cocinó feliz para otros, porque el espíritu de todos los que allí están es de comunión.
Palpar esas y otras muchas historias hizo que valorara cada minuto del tiempo que pasé allí como una experiencia de gran significado.
El pasado 12 de septiembre inicié el camino francés en seis etapas partiendo desde Sarria. Tengo que decir que desde muchos días antes preparé la mente, el corazón y el alma para hacerlo, porque en el trayecto hacia Santiago camina la persona entera.
Siempre voy donde mis sueños me quieren llevar. Por eso creo que este se me fue revelando como algo verdaderamente enriquecedor.
Lo inicié acompañada en todo momento de gente simple y por eso experimenté sensaciones de bienestar que hoy son parte de mi nueva realidad.
Partía temprano y avanzaba a primera hora de la mañana entre manzanos de la huerta, el deseo de un buen trayecto y las oraciones en mente.
Pasé por muchos pueblos y comarcas rurales, algunos silenciosos y otros más animados, pero en todos vi lugareños afables, contentos de vernos transitar por esa ruta.
Fue un periplo donde aprendí a caminar y a confiar, a superar el dolor por las llagas, a tener fe en la meta y a dejar poco a poco la ansiedad, que te impide disfrutar el día a día con todos los sentidos.
Allí no existen barreras idiomáticas, más bien hay un lenguaje común y este tiene que ver con vendajes, curitas, ungüentos, ampollas, torceduras, y la fe, que siempre deja ver esa sonrisa llena de gozo en medio de la aflicción.
Nadie escapa del dolor en el Camino. Tarde o temprano el cuerpo se resiente y a través de él nos damos cuenta lo que cuesta hacerlo.
El trayecto te hace mirar la hermosa tierra de Galicia desde ángulos y visiones diferentes.
Te hace ver ese espacio de abundante vegetación, cuyo aroma a tierra húmeda me acompañó en todo momento, como una senda benefactora de ayuda al prójimo.
Al igual que la vida, dista mucho de ser un sendero recto, pero recorrerlo llenó de profundidad mi viaje interior. Cada etapa resultó una lección diferente, la cual compartiré con mucho gusto en este blog.
Cada quien a su aire, pude observar que unos caminan concentrados con la cabeza gacha; otros viajan expectantes del paisaje que los acoge, muchos lo hacen en grupo y otros ansían conversar en el trayecto, porque las intenciones con las que se hace son muy variadas.
Pero lo que sé es que el camino compostelano te saca la mejor versión. Llevaba a muchos conmigo, en mi pensamiento y en mis oraciones.
Pude servir a algunos y también a otros, que ya no están en este plano, pero que me acompañaron en espíritu, como mi amado sobrino Marlon, que está donde quiera que voy guardando mis pasos.
También rememoré los deseos de Elio, alguien que no conocí pero que supe antes de salir que su sueño era llegar a Compostela. Aunque abandonó la vida cuando alistaba sus zapatos para hacer el camino, Dios se encargó de que ese deseo fuese recordado y se dejara huella en el camino.
El fenómeno jacobeo te alcanza porque en esa peregrinación -donde recreas a tu manera y salvando las distancias el viaje realizado por el apóstol Santiago hacia Compostela- dejas atrás las mochilas que cargabas para iniciar, más ligera de equipaje, una nueva etapa más enriquecedora.
Cada paso que das allí hace crecer tu confianza y todos los días vives experiencias mágicas, aún en medio de la fatiga por las empinadas cuestas. Cada flecha amarilla es una recompensa a la larga jornada y al grado de dificultad que suponen algunas etapas.
Puedo decir que partí y terminé con una presencia a mi lado empecinada en demostrarme que ese camino era el comienzo de una nueva vida. Que necesitaba hacerlo, porque el silencio prepara el alma para la reflexión y la intuición es esa voz que nos enseña a vivir.
Cada paso fue liberador. Por muchos años recordaré esa singular experiencia, donde transité un camino benefactor con el cordón de peregrina atado a mi muñeca y la concha en mi mochila. Acompañada del espíritu del que todos hablan y de la magia del camino, que es esa sencillez que te hechiza desde el primer paso.
Increible de la manera que describes esa bella y única experiencia la cual tuve la suerte de realizar hace algunos años....
El camino de Santiago es algo de lo que nombraría entre las cosas que el ser humano deberia hacer antes de morir.
Viví en su andar y aprendí en los obligados tropiezos.... es algo verdaderamente impresionante y necesario a la vez. Es la vida.
Felicidades por este escrito y ojalá sirva a muchos como fuente de inspiración para hacer el "Buen Camino"
Maravilloso!!Me encanta como lo describes !!. Es un viaje que tiene un gran sentido espiritual. No lo haces para disfrutar , lo haces como un regalo a nuestro Creador .. es como una alabanza y honra a nuestro Dios !. Y saber que la fuerza viene de El .. aunque tus pies no puedan . El té hará llegar a la meta .. Gracias por siempre tener presente a mi niño y a todas las personas que partieron antes . Dios te bendiga! y te de la oportunidad de cumplir tu deseo de conocer todo el mundo .
Sissita, qué hermoso recorrido, me hubiera encantado hacerlo, sólo por la sencillez del camino, poder conocer y ayudar a tantas personas, poder admirar la belleza de esa vegetación, y sobretodo me gustó que llevaras en tu mente a personas tan queridas que ya no están. Me dió gusto saber que también te enseñó a emprender una nueva vida y dejar atrás las ansiedades que nos entorpecen y no nos dejan avanzar en la vida. Te quiero mucho.
Mi sissi que hermoso todo eso que con bajo todas las condiciones pudiste llegar gracias por enseñarnos todo
Que suerte habibi que esos pasos llegaron hasta tu interior y sacaste tu mejor versión!!! gracias por compartir este escrito lo explicas demasiado bien!!! un abrazo!!!! y muchas bendiciones!!! compartir este camino a la distancia y en un mismo sentir fue como verte correr hacia el mar muerto y llegar con la lengua de fuera buscando tu bolso jajjajaja Tqm!!!