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Foto del escritorSissi Arencibia

Por entre la niebla espesa de la Transilvania gravita la leyenda.



La Transilvania es una remota región de Rumanía donde gravita la leyenda. Es ese espacio geográfico del oriente europeo donde están los montes Cárpatos con sus misteriosos castillos, sus densas neblinas y las leyendas de vampiros.


Historias como la del Conde Drácula hicieron famosa a esa zona en una época en que el movimiento romántico en la literatura se encargó de recuperar las criaturas del bosque y reivindicar los duendes, güelfos y gnomos, presentes en la tradición popular.


El siglo XIX fue un período de monstruos y vampiros; de seres fantásticos que se ocultan detrás de los rostros perfectos de la era victoriana para exaltar lo humano, lo heroico y el pensamiento enfocado en mostrar las luces y sombras del corazón humano.


Por eso la historia del autor irlandés Bram Stoker se ligó a la identidad nacional de los rumanos bajo la dramática forma de esa niebla espesa que se va formando allí por entre el serpenteo de sus castillos y que hace poco visible las carreteras.


La narración de ese malvado conde que desde su Transilvania natal está dispuesto a propagar el mal por el mundo, se inspira en la vida del gobernante Vlad Tepes, un príncipe de Valaquia, en épocas en que este estado era vasallo del imperio otomano.


Conocido como El Empalador, Tepes fue una figura del siglo XV en torno a la cual gira esa historia. Un personaje que desde pequeño mostró una fascinación morbosa por las mazmorras del castillo de su padre.


Lo nombraban hijo del dragón (draculea en rumano), una orden de caballería monárquica para aristócratas.


Pero, en Rumanía se le recuerda como un príncipe que se labró una temible reputación repeliendo las sucesivas oleadas de invasores otomanos.


Su fama por los métodos de los que se valía para ejecutar a los prisioneros lo convertiría en el terror de los Balcanes, donde se presume que castigó de forma brutal a unas 40 mil personas.


Hoy es recordado como el tirano sanguinario y también como el héroe nacional por la resistencia feroz que opuso al avance de los turcos, a manos de quien murió en 1476.


Vlad Tepes fue la inspiración del texto de Stoker, uno de los clásicos de terror más difundidos en el mundo.


Drácula fue publicada en 1897 y narra la ambición de un hombre solitario, cultivado y terriblemente terrorífico que vive aislado en un castillo decadente y que se traslada a Londres para conseguir sus fines.


La obra forma parte de la expresión de ese movimiento libertario que se esparció por toda Europa y que pondera el gusto por los ideales, los arquetipos, los héroes y los villanos.


La región en la que vivió este personaje, que condenaba a sus enemigos al empalamiento y que juntaba en un cuenco sangre de sus víctimas, quedó atada al destino de esta tierra balcánica desde que la imaginación del irlandés dio a conocer la novela.



Cuando tuve la posibilidad de llegar, de acercarme a un castillo que lo recuerda, enclavado en el corazón de la Transilvania, agradecí callada -como tantas veces- el destino de mis pasos, porque estos me habían llevado a lugares increíbles a lo largo de la vida.


A juntar semblanzas, contextos históricos, leyendas y ligarlos con la pasión de un escritor que convierte en vampiro a un personaje real de la historia para conferirle, de este modo, otro tipo de inmortalidad.


Drácula se convirtió en un personaje de ficción de mucha más fama que la figura histórica. Una novela de alguna manera influenciada con el folclore de Irlanda, la tierra del autor y de donde viene el imaginario de los celtas y las leyendas del bosque.


Por eso Transilvania es la tierra de Drácula, aunque sea de una belleza increíble, tenga un paisaje montañoso espectacular, una arquitectura medieval bien conservada, múltiples castillos y una de las carreteras más bonitas para llegar.


Al colocar al vampiro de tiempos pasados en la época moderna, bajo el formato del romanticismo, con la niebla y el aullido de los lobos como telón de fondo, provocó el auge de esas historias y su entrada triunfal en el cine.


También convirtió a esa región fría y llena de bosques fascinantes en un ícono de la cultura popular.


Encajada entre las dos sierras que conforman la cordillera de los Cárpatos, la Transilvania es, sin lugar a dudas, la región más legendaria de Rumanía, una tierra colonizada por romanos, eslavos, mongoles, sajones, tártaros y hunos.


Es calificada como un mito viajero por su valor paisajístico, monumental y legendario, con su castillo de Bran, el cual domina el valle desde lo alto de un risco.


Sus encantos van desde burgos medievales, monasterios bizantinos, hasta iglesias fortificadas que siempre la harán distinguir como el corazón de la Dacia, como antiguamente nombraban a esta tierra ubicada en los Cárpatos y conquistada por el emperador Trajano en el año 106 d.c.



Hoy es la linda Rumania, la isla latina en un mundo eslavo, como algunos le llaman. La que resistió la embestida turca, la de las neblinas bravísimas y los estrechos que permitieron emboscar a los enemigos.


La que permaneció tras un orden histórico que la hizo invisible y la que se aferró a su lengua como un factor de identidad, porque sus fonemas latinizados la diferenciaban de los pueblos a su alrededor.


Ellos eran fortaleza del imperio romano y hoy se llaman rumanos porque vienen de allí.


De muchas formas posibles uno advierte ese sentir, que los hace diferentes y, también, el verse rodeados de culturas que no están en sus orígenes, no hablan lenguas romances, ni pertenecen a su tronco migratorio.

 

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1 commento


estrehernandezfuentes
12 nov

Sin dudas una gran aventura , disfruté mucho de esta narración xq me aportó nuevos conocimientos sobre esta historia q es icono de la cultura .

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