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Foto del escritorSissi Arencibia

Los beduinos y los rollos del Mar Muerto.

Divisar las carpas beduinas, instaladas en el tramo desértico que baja del Monte de los Olivos hasta el Mar Muerto, fue uno de los recuerdos más típicos con los que volví de Israel.



Avistar una parte de esa tribu legendaria que vive apartada de todos, en medio del silencio, rodeada de rocas y palmeras, me dejó tan satisfecha como poder llegar al lago salado, considerado el punto más bajo de tierra firme.


Los beduinos son nómadas con corderos y camellos, que nacieron entre las dunas, cruzando el desierto con sus famosas caravanas.


De mis libros sabía que eran hombres simples, sencillos, con más valores de los que somos capaces de percibir y que vagan de un lugar a otro estremeciéndose por el frío en las noches y aceptando el calor del sol en cuanto descubren la mañana.


También que disfrutaban la libertad de vivir de esa manera y según su antigua costumbre daban cobijo a cualquier persona que llegara a sus lugares, ofreciéndoles un lugar donde descansar.


Son pastores descendientes del pueblo árabe, que van de un lugar a otro y son reconocidos como los auténticos moradores del desierto.


Llevan túnicas que cubren su cuerpo y usan ropa ligera para soportar el calor. Su hogar se limita a unas tiendas bajas, de forma rectangular, hechas con pelo de camello o de cabra, que enrollan por los lados para que circule el aire.


Mi vista se perdía entre aquellos asentamientos en una parte del tramo que bajas del nivel del mar para alcanzar ese lago con valores de salinidad diez veces mayores que los océanos.


Rodeado de una vegetación peculiar que combina especies de la costa mediterránea, la estepa asiática con las regiones desérticas de la península de Arabia, El Mar muerto tiene unas cualidades medicinales que se remontan a tiempos bíblicos.


Su barro negro, rico en minerales para fines terapéuticos, se conoce desde que el rey David y Herodes el Grande se refugiaban allí. Su salinidad imposibilita que puedas hundirte en sus aguas, a unos 400 metros por debajo del nivel del mar.


Es fronterizo con Jordania y su única fuente de agua proviene del río Jordán.



Hoy el país está dividido y se han trazado fronteras lamentables que dividen a israelíes de palestinos. Los tramos que engloban a Jericó, una parte de la Jordania, incluyendo el río Jordán, que alcanzas a divisar desde el autobús mientras desciendes, hoy son privativos de palestinos.


Pero narrar esos desvaríos sería robarle la magia a ese trayecto que deja ver detrás de las plantaciones datileras, las famosas cuevas de Qumrán, donde vivieron las comunidades esenias y fueron encontrados los manuscritos del Mar Muerto.


Los pergaminos que dieron la vuelta al mundo estaban en vasijas y fueron hallados por pastores beduinos.


Cuentan que esos hombres entraron a las cuevas en busca de un animal perdido y de esa forma dieron con los rollos. Dicen que llevaron el contenido de las vasijas a un zapatero para aprovechar el cuero para sus sandalias.


El hallazgo es el descubrimiento arqueológico más importante del siglo pasado, en tanto se estima que existen unos 11 mil capítulos y un libro completo del profeta Isaías que fueron escritos en arameo antes y durante la época de Jesús.


Hay todo un museo en Israel dedicado a este descubrimiento en las cuevas de Qumrán, que son junto al fuerte de Masada uno de los atractivos históricos de la región.


Cuando escribo estas memorias recuerdo ese viaje como toda una revelación. En la jornada anterior había tenido oportunidad de tocar los puntos de la Vía Dolorosa, justo desde que sales de la Fortaleza Antonia, la primera estación de la Vía Crucis.



En ese sacro trayecto, carcomido por el tiempo, estaba la historia de la condena, las caídas, las agonías, el calvario. Cada vez que ascendía y llegaba a una nueva estación, pensaba que la mejor manera de considerar la historia es reviviéndola.



Compilar estas notas que juntan en el tiempo a pastores beduinos con comunidades esenias, manuscritos apócrifos en los tramos desérticos del Mar Muerto, y al propio tiempo revivir el paso de Jesús por esta tierra, es de las cosas más emocionantes de mi travesía.


98 visualizaciones9 comentarios

9 Kommentare


Odalys Hernández Fuentes
17. Okt. 2022

Muy interesante y descriptiva trayectoria, como siempre de esta escritora excelente

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credondo2001
credondo2001
17. Okt. 2022

Los beduinos, tremendos personajes, peculiares, diferentes, tienen costumbres y virtudes que ya no abundan, errantes, dedicados, hospitalarios. El museo de Israel !!!!! Todo buenísimo. Me tienes enganchado con tus artículos. Sigue, sigue que yo espero. Besos y felicidades again.

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Estrella Hernandez
Estrella Hernandez
16. Okt. 2022

Siempre esperando cada viernes un nuevo e interesante recorrido de tu mano por la historia, acompañadas estas , de pintorescas descripciones de estos legendarios lugares q hacen q cada una nos llene d enseñanzas

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thaymy71
thaymy71
16. Okt. 2022

Sissita muy interesante esa historia .. yo los vi desde la carretera . El guía nos contó que así vivían todavía de nómadas .. es increíble cómo pueden todavía esas personas vivir así .. debe ser bueno .. nadie los perturba .. viven su propia vida y ayudan a todos. muy linda y profunda tu historia .. Israel es muy interesante y hay muchas historias que contar .. todas nos llevan a nuestra esencia . El Creador !.

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aidafuentes1942
aidafuentes1942
14. Okt. 2022

Qué interesante narración una vez más. Conocer quiénes eran los beduinos y cómo vivían es para mí algo novedoso. Admiro mucho sus valores y cómo eran solidarios con cualquiera que llegara hasta esos lugares. Y conocer además las condiciones de vida. Es algo asombroso. Espero cada semana para instruirme de culturas para mi desconocidas. Me encanta tu forma de describirlas. Felicidades una vez más .

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