Nada más pisar Londres, me sentí abrazada por una ciudad fría con aires victorianos, que invita al tradicional té de la tarde con la vista puesta en la famosa milla cuadrada, el corazón financiero y el sitio donde empieza esta urbe.
No hay nada más británico que esa costumbre, el respeto por la botánica expresado en el cuidado de sus jardines y el hábito de conducir con la mano inglesa por The City, la parte moderna de la capital londinense.
Asentada en las márgenes del río Támesis, la mayor ciudad de Britania es la joya de la corona del Reino Unido y uno de los referentes en el ámbito de las artes, el comercio, la educación, el entretenimiento, la moda, las finanzas, el turismo y el transporte.
La revolución industrial comenzó aquí, justo en la época de la reina Victoria, quien estuvo seis décadas en el trono propiciando estabilidad interna y hegemonía.
No es de extrañar que Londres sea hoy el principal centro financiero del mundo junto con Nueva York, con un PIB de 800 billones de dólares.
Su epicentro gira alrededor del monasterio románico de Westminster y su abadía, una iglesia gótica anglicana del siglo XIII, donde se celebran las coronaciones y entierros de monarcas ingleses y otros ilustres, como Isaac Newton.
A unos pasos de ese ícono arquitectónico, una estatua recuerda el legado de Winston Churchill, el líder de la nación en tiempos de guerra, un político fumador de puros recordado por su mandato y por sostener a Inglaterra durante la segunda guerra mundial.
El hombre más popular y más criticado del país, pero con la rara habilidad de predecir los acontecimientos futuros y de convertirse en esa voz que sacudía los espíritus y les insuflaba energía y valor.
Y sin moverte de ahí, volteas para admirar la torre de 97 metros ubicada en el lado norte del Parlamento, conocida en todo el mundo como la señal horaria de la radio de la BBC y la cual alberga el reloj que todos buscamos cuando llegamos a Londres.
Al igual que las cabinas telefónicas, los autobuses rojos de dos pisos y los taxis negros, el Big Ben es el reloj de cuatro caras más famoso de su tipo en el mundo y el monumento más emblemático de la ciudad.
Reparé por un rato en ese símbolo prominente que todos conocemos y en la gran campana que se encuentra en la parte superior de la torre, de donde toma su nombre el reloj. También en el palacio de Winchester, un edificio medieval de estilo gótico cuya historia se remonta a los normandos.
Con más de mil habitaciones, cien escaleras, once patios, ocho bares, seis restaurantes y un campo de tiro, Winchester es como Windsor, edificios emblemáticos que atesoran la historia de un país, también trascendente por sus monarcas.
Tanto como el primero, el segundo es un castillo normando donde vivieron reyes sajones y es hoy una de las residencias oficiales de la monarquía británica. Su capilla, construida en estilo Tudor, guarda los restos de 10 monarcas ingleses.
Poco más de cinco hectáreas combinan elementos de fortificación, de palacio y de pueblo pequeño. Su diseño, de estilo georgiano y victoriano, deja ver una estructura medieval, con toques góticos reinventados en estilo moderno.
Muchos dirían que Londres es el centro del mundo y en concreto lo es si se toma en cuenta que Greenwich es esa zona histórica donde está el Real Observatorio Astronómico y en consecuencia el sitio donde se definen los ceros grados de longitud, la base del tiempo universal coordinado y los husos horarios del mundo.
En él puedes estar con un pie en el hemisferio oriental de la tierra y el otro en el occidental, en tanto es el centro de la hora mundial y el punto de inicio de las mediciones cartográficas de longitud.
Visitarlo es la oportunidad para entender los grandes cambios astronómicos desde que fue fijado el meridiano 0 de Greenwich, descubrir cómo fueron trazados los mismos y conocer la importancia de los primeros telescopios.
Luego de pisar la línea longitudinal que divide el mundo desde hace siglos, terminas convencida de que en Londres todo tiene matices de grandeza, desde sus edificios hasta la historia de la realeza.
A lo largo de los tiempos, sus monarcas convirtieron al reino en emprendedor, artísticamente rico y pacífico. Hoy es la mayor economía de Europa y una potencia mundial que no para de crecer, pese a que casi la mitad de su superficie es espacio verde.
Trafalgar Square y Picadelly Circus son los lugares más famosos de Londres. Están situados muy cerca uno de otro.
El primero es la plaza de una hectárea -considerada el corazón de la ciudad-, construida para conmemorar la victoria de Lord Horacio Nelson sobre los franceses y la segunda es un popular punto de encuentro que marca la intersección de varias calles transitadas de Londres.
También la noria de Londres, con sus 32 cápsulas y elevada a 135 metros de altura, aporta las vistas más espectaculares del sitio.
Si fuésemos a resumir el destino habría que admitir que, a pesar de su corta extensión -unos mil 500 kilómetros cuadrados-, fue siempre una nación bien manejada, que gozó de una guía fuerte e inteligente y que todavía conserva la capa de Napoleón Bonaparte para recordarle al mundo la victoria sobre él en Waterloo.
Interesante clase de Geografia y muy impiradora narraci'on sobre una ciudad que todos queremos visitar
Que hermoso todo! Un sueño poder viajar y sentir lo que es caminar por ciudades tan antiguas y tan bonitas, muy buen blog, haces sentir más cercano el deseo de estar allá. Saludos!
Como siempre mi sisi hermoso interesante e ilustrativo todos lo q u nos compartes en tus experiencias de viajes gracias en verdad