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Foto del escritorSissi Arencibia

La perfección de un jardín francés, tantas veces imitado y nunca igualado.


Además del amor por lo clásico, la capital francesa destaca por la perfecta simetría en el trazado de sus jardines. Aquello de que “el hombre domina a la naturaleza” es casi el sentido de vida para un francés.


El arte del cuidado y cultivo allí es expresión de esa corriente, centrada en la búsqueda de la perfección, el respeto por el principio geométrico y el orden decorativo, en el que las flores y los setos toman el protagonismo.


Su estilo se inspiró en el jardín renacentista italiano del siglo XVI, que destaca por el uso de patrones simétricos y el empleo de fuentes, cascadas y estatuas para brindarle mayor animación.


Diseñados para representar la armonía, el orden y con una técnica que permite ornamentar dando formas diversas a una planta, la gracia de los más significativos de París se debe en gran parte a que dos mujeres florentinas se casaron con monarcas franceses.


Obra de la italiana María de Médici, el jardín de Luxemburgo sobresale entre lo más elegante del sitio, pero también el de las Tullerías, creado siglos después por Catalina –también de Médici- en el emplazamiento de la antigua residencia real.


Sembrado hoy de castaños de la India y lugar de relajamiento de los parisinos, el parque se asentó sobre una excavación de la que extraían el barro para fabricar las tejas rojas de la ciudad, llamadas Tuiles.


Centenarios y épicos, esos jardines recuerdan la época en que el pintor Claude Monet experimentó con forma y color, alumbrando el nacimiento del Impresionismo.


Los más emblemáticos de Francia son los de Versalles, considerados de los más valiosos testimonios mundiales de su tipo y convertidos en modelo para las residencias reales de toda Europa.


Están llenos de caminos, rincones tranquilos, estanques y un canal que el rey Luis XIV utilizaba para pasear en góndola. Sus poco más de cien hectáreas son el mejor referente de la jardinería francesa tantas veces imitada, pero nunca igualada.


Ubicados al oeste de París, son obra del paisajista André le Nótre para magnificar la gloria del palacio construido en Versalles.


La razón principal de su existencia es el placer estético que le produce al que lo observa, utilizando la perspectiva y la óptica como los elementos claves para demostrar el dominio del hombre sobre la naturaleza.



Los de Versalles estuvieron sujetos al ideal estético de Luis XIV y por ello el uso de la simetría busca acercarse a los parámetros de belleza del pasado como símbolo de un orden universal, eterno e invariable, del cual la monarquía absoluta es referente.


Ubicados en un eje que sigue el curso del sol, emblema del propio rey, los creados allí cuentan con particularidades que los hacen únicos, como son los cuerpos de agua, la colocación estratégica de las fuentes y el podado artístico de las plantas.


Las estatuas y esculturas subrayan las perspectivas y marcan las intersecciones de los ejes, proporcionando una escala más humana al conjunto, entre las atracciones turísticas más populares del mundo.


Para Francia, Versalles es un referente. Fue el centro de poder y la encarnación material de la monarquía que reinó en el país hasta la Revolución en 1789.


La historia del sitio inició en 1610, cuando el primer borbón de la monarquía llevó a su hijo Luis –de nueve años- al bosque de ese enclave para mostrarle el arte de cazar. Poco después ese hijo –Luis XIII- mandaría a construir un pabellón de caza en el lugar.


Así nació la primera referencia de este lugar. El rey siguiente Luis XIV –apodado el rey sol- tenía planes más grandes para esos terrenos. Amplió el pabellón y construyó un palacete para sus fiestas. En 1682, la Corte se muda hacia allí.


Los guías franceses se conmueven cuando hablan del mandato de Luis XIV, quien fue músico, bailarín y es recordado por las célebres fiestas organizadas en Versalles.


Cuenta Moliere en sus obras que era extravagante, de gran gusto por la moda, las pelucas, los tacones; pero también recordado por ser buen guerrero y por la construcción del hospital militar en el siglo XVII.


Tardó 49 años en edificar Versalles y, sin embargo, la historia de este palacio fue breve. Unos cien años pasaron en que diera forma a su famosa galería de los espejos, y gobernara su último monarca, Luis XVI, quien pereció en la guillotina en 1793 con poco más de 30 años.


Cuando las referencias orales aluden al reinado de “los luises” suelen decir que Luis XIV lo construyó, Luis XV lo disfrutó y Luis XVI pagó la cuenta.


Versalles fue saqueado en tiempos de Napoleón y este firmó un decreto para destruir el palacio de los borbones, aduciendo que todavía reinaba en él el espíritu del rey sol y su recuerdo debía ser desterrado de la mente de los franceses.


Gracias a su restauración, Versalles es una aproximación real de uno de los complejos monárquicos más importantes de Europa.


En una época, allí se ubicó el centro del mundo y fue todo lo dorado que un sueño puede ser. A él vas dispuesto a entender ese sueño y el de quienes le dieron vida.





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2 Comments


estrehernandezfuentes
Jun 14

Francia es la cuna del lujo y del buen gusto como siempre se ha dicho ,lo cual se reafirma en tu bonita y muy informativa narración ,sobre tus experiencias por el paso d este mundialmente conocido lugar , gracias x darnos a conocer esta excelente joya histórica,q es el palacio d Versalles con sus jardines maravillosos .

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thaymy71
thaymy71
Jun 14

Sissita gracias por compartirnos esta maravillosa experiencia. La verdad que hay mucha belleza en esos jardines y palacios !. Es hermoso ese país!!.. y sus jardines hacen que la construcción sea impresionante..

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