La pasión es la gran lección que me dejó Argentina.

Sofisticada y fascinante, Buenos Aires es esa ciudad de América con una vida cultural exuberante, cuya gente conversa de deporte, filosofía y política en torno a unas botellas del mejor vino, con una pasión arrolladora.

Se asienta sobre la orilla sur del río La Plata y es una de las metrópolis más importantes del mundo. Tras su marcada evolución histórica y su tinte europeo se esconde una nación colorida, encantadora, obsesionada por la música, la carne y el fútboll.

Siempre se le ha considerado una ciudad despierta, llena de vida, de gente que cena y duerme tarde, con una cultura que impresiona, un teatro rico en representaciones; y librerías, como El Ateneo, que pueden estar abiertas las 24 horas del día.

Su ambiente porteño logró inspirar a más de un poeta y dio cabida a más de un escritor foráneo. Muchos de los más trascendentes de las letras vivieron en ella y de su ingenio salieron crónicas memorables durante siglos pasados.

Es la tierra de Jorge Luis Borges, de Julio Cortázar y la que también hizo suya Carlos Gardel.

Su influencia es tan enriquecedora que siempre te pedirá que la explores a fondo. Y cuando logras meterte de lleno en ella, adviertes que esa energía desbordante es parte de su esencia.

La vives en el fútboll, un deporte defendido en la camiseta y en cada pegada al balón en la cancha con igual intensidad con la que adoran su vino, su mate, su asado y que le ponen a la lucha por sus derechos.

La sientes en las tablas, con ese toque extremo e intenso que ponen a su tango, aderezado con la añoranza de los inmigrantes venidos de Europa y que terminó por ser la nota más distintiva del país.

El género nació en esta parte del mundo y cuando tienes oportunidad de repararlo y ves la fuerza que se desprende de cada uno de sus movimientos, terminas convencido que es la definición artística de la personalidad argentina.

La adviertes en el sabor de las hojas verdes con la que preparan la infusión de mate, una bebida sagrada que sirvió a los pueblos guaraníes de la región durante las largas travesías por la selva y que para ellos es un componente de su vida.

Cuando se habla de bebidas famosas en Sudamérica es difícil encontrar algo más emblemático que esa saludable yerba, convertida en la bebida más popular del país, donde se consumen unas 220 mil toneladas por año.

Con la misma pasión conque el argentino defiende su origen, te hace consciente de que el país económicamente tiene que cambiar, porque las fluctuaciones del peso están afectando mucho más que el bolsillo y la estabilidad.

Cuando vienes a Buenos Aires entiendes que se trata de una ciudad obligada para entender las luchas de América, sus procesos, sus momentos.

Traes en mente las añejas historias y la imperecedera resistencia de aquellas abuelas de la Plaza de Mayo que portaban pañuelos blancos y cuya protesta callada por los desaparecidos se convirtió en un referente mundial.

Y terminas sabiendo de dónde nace la gallardía de Che Guevara, que perteneció a muchas naciones del continente, pero que es oriundo de este país.

Viajé para constatar eso, para acercarme a los antiquísimos cafés de la tradicional calle que cruza a Perú con la avenida de mayo, desde donde el autor de Rayuela conseguía diseccionar la realidad en relatos cortos.

Vine tras las tiras de Quino y las historietas de Mafalda, un personaje de humor preocupado por la humanidad y la paz mundial, que se rebela contra el legado de los mayores, e imprescindible para entender la nación.

Cuando recorres sus pintorescos barrios y comes su asado, su chorizo y su alfajor; cuando aprecias su melancólico tango, su genial literatura y su relevante teatro, sientes que esta nación del extremo sur del mundo tiene mucho que mostrarnos.

Hasta el Río La Plata encierra un extraño atractivo y por curioso que parezca, la vida nocturna se mueve bordeando un panteón, de nombre Recoletta, que es mundialmente famoso y está situado en uno de los barrios más adinerados de Buenos Aires.

Y ni qué decir de cuando juega el Boca Juniors en la Bombonera, una cancha enclavada en una barriada pintada de mil colores llamada El Caminito, que únicamente permite el acceso a personas con playeras de este equipo, para evitar los conflictos que arrastra el deporte.

El caminito es el callejón más famoso del país y también de la Bombonera. Es emblemático por el deporte, por su valor pintoresco y por ser la cuna del tango.

Cuando los días terminaron en esa gran ciudad, sentí que la pasión que bullía en este sitio era la gran lección de este viaje.

Estaba lejos de imaginar que me aguardaba una experiencia intensa y una de las mejores de todos mis viajes.