La Montaña Arcoiris siempre será la más prodigiosa de mis aventuras.
- Sissi Arencibia
- 25 ago 2022
- 3 Min. de lectura
Lo mejor que me pudo pasar de adulta fue cruzar el mar y alcanzar ese vasto mundo que me trajo sensaciones nuevas y diferentes maneras de entender la libertad. Escalar una montaña en los Andes es parte de ese descubrimiento.

Y lo digo así, porque cuando naces en una isla, solo el océano forma parte de tu patrimonio. Lo llevas en la sangre y suspiras por verlo y olerlo. Todo en él se traduce en estrellas, viento, cielo, sol y eso acaba metiendo muy dentro el amor por la sensación que en él se respira.
Pero un buen día te encuentras ascendiendo una montaña, rodeada de glaciares, tocando casi el cielo, con la ventisca gélida golpeando fuerte en tu cara, una altura dando batalla a tus pulmones y entonces, pese a estar como en otra dimensión, extrañas la costa y hasta respirar el aire de mar.

No había experimentado los efectos que producía la altura en mí. No a niveles como los que sentí en Perú, donde tuve que ventilarme para llegar a la montaña de colores, que se yergue a unos cinco mil 200 metros sobre el nivel del mar.
De raras formas distintas, la aventura de subir a ese arcoíris hecho montaña, me permitió reencontrarme, me devolvió el saber de dónde viene uno y a qué lugar pertenece. Me hizo extrañar las costas del Caribe y hasta correr a la orilla del mar.
Pero también se me antojó un desafío. Una manera de probarme y un viaje necesario que demandó una exigencia física, pero que la vida me puso en el camino, porque era una experiencia requerida para la evolución personal.

No es coincidencia que llegara allí. Que sorteara obstáculos y manejara la voluntad para ascender a esos niveles. Temía a la lluvia, a la nieve, a mi calzado poco seguro, al frío gélido de la sierra, a quedarme sin oxígeno.
Hubo momentos en que mis niveles de saturación bajaron mucho, pero ayudada por una mascarilla que me colocó el buen guía Juan Carlos y el ánimo de Iván, aquel parcero colombiano con quien resultó un honor hacer esa escalada, llegué a admirar el caprichoso escenario de la naturaleza peruana.
Y aunque en este mundo a la gente le gustan las cosas que puedan explicarse con facilidad, yo llamo a eso gracia en acción. Todo lo que Dios quiere decirnos, lo coloca siempre frente a nosotros y quien quiera aprender la magia debe mirar a su alrededor.
El poder estaba justamente ahí. En todas las pequeñas cosas que forman parte del camino, en las sensaciones, en las debilidades, en las pruebas, en los descalabros, en todo lo que debes superar para llegar a ese sitio sorprendente y poder reencontrarte.

El cerro de Vinicunca está teñido por franjas de intensos tonos, cuya historia geológica se remonta a millones de años y habla de capas formadas por sedimentos marinos, arrastrados por el agua que antes cubría esa zona.
Lo que vemos hoy derivó del movimiento de las placas tectónicas del área, que elevó dichos sedimentos hasta convertirlos en montañas, las cuales adquirieron estos colores como consecuencia de la oxidación de los minerales.
Lo cierto es que las mezclas de arcilla, fango, arenisca, caliza, limonitas y calcáreas ricas en minerales sulfurados derivaron en franjas que llevan millones de años tiñendo la montaña, hoy descubierta debido al derretimiento de la nieve que la cubría.
Para el mundo, la montaña Arcoíris es una revelación de hace poquísimos años. Fue descubierta y replicada por montañistas que iban camino al Ausangate, el nevado sagrado de los Incas y una de las rutas más desafiantes de los Andes.

He de decir que las mejores decisiones en mi vida han surgido por estar en sintonía con mis instintos y esos me decían que valía la pena conquistar esa colina árida, llena de pendientes y plagada de colores vistosos y extraños.
Más allá de su gama cromática, el Cerro Colorado, como lo conocen sus pobladores, será para mí el sitio que me llevó a contar la más prodigiosa de mis aventuras, a encontrar propósito, a rendir la milla extra, a escuchar mi cuerpo y, sobre todo, a extrañar las bocanadas de oxígeno de mi isla natal.
Fabuloso desafío ! Es como transportarnos en la distancia a otra dimensión de un mundo increíblemente hermoso .
Primero nació en tu corazón y subió a tus pensamientos y ahora se han vuelto realidad muchos de tus sueños .Seguimos contigo .Dios es bueno 🙏🏻
Si pudiéramos unir estas motivaciones que nos trasmites y hacer este viaje de forma familiar. ¿Vez como me haces soñar?
Bella manera de incluirnos en tu viaje y enormes deseos de vivirlo en carne propia, hermosas e instructivas narraciones adornadas por tu manera de decir. Besos y pendiente de nuevas publicaciones.
Que hermosa manera que trasmitir tus vivencias Sisi son mágicas e ilustrativas te felicito sigue haciendo esto que tanto te gusta y te apasiona gracias por todo
Divina experiencia que nos trasportas con lo que escribes es como estar ahi y vivirlo a traves de ti