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La mirada de Vallejo y Vargas Llosa es imprescindible para entender Perú.

  • Foto del escritor: Sissi Arencibia
    Sissi Arencibia
  • 2 may 2024
  • 4 Min. de lectura



Los que venimos de esta parte del mundo somos conscientes que ser latinos es una condición cultural e histórica, que va más allá de los paralelos y los meridianos del mapa. El concepto sintetiza un nuevo mundo, obligado a definirse de forma permanente.

 

Un vasto espacio del mapa mundial, sometido en su momento a una colonización brutal y al cual nos fuimos acercando a través de la mirada de aquellos escritores que nos dieron una voz y una identidad a través del tiempo.

 

Igual que para describir el lugar de donde yo vengo es obligado hablar de José Martí y Alejo Carpentier, para acercarse a Perú hay que contemplar la mirada de César Vallejo, José María Arguedas y Mario Vargas Llosa.

 

Sin ellos es imposible entender esta nación, compuesta de mestizos, afros e indígenas -igual que toda la América-, que ellos ayudaron a describir desde su visión, su tiempo y sus propios procesos.

 

Los peruanos son conscientes de la valía de tener a Vallejo en su corazón. Porque si alguien pavimentó ese terreno en los albores del siglo XX fue ese poeta profundo y sensible que hizo honor a las letras del continente.


Su obra es referente obligado porque él es de los grandes de la poesía contemporánea, la cual se nutrió de profundidad a partir de los poemas recogidos en su libro Los Heraldos Negros, una expresión del dolor humano visible desde el primer verso.

 

“Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡Yo no sé!.. Son pocos, pero son… Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte”.

 

Así comienza esta poesía desgarradora e intensa, repleta de significado y cuyo trasfondo simbólico tuve que estudiar durante mis tiempos de carrera. Gran parte de mi vida se la he entregado a los libros y en ellos he volcado mi pasión por entender.


Hoy puedo escribir porque leí personajes de la talla de Vallejo, ese hombre humano y desgarrado que termina confesando en sus estrofas, con una carga teológica rebelde, lo poco que sabemos de los hilos que entrelazan nuestros destinos.

 

Con Los heraldos negros se le metió en el alma a Perú, pero luego su experiencia de presenciar la guerra civil española estremece, cuando recoge su compromiso con el bando republicano en España aparta de mí este cáliz.

 

Los textos que conforman ese poemario son un homenaje dedicado a ese país, con la visión de un hombre peruano y universal, que le tocó abrir una senda que vendrían a regar después Arguedas y Vargas Llosa.




 

Estos últimos reflejan diferentes realidades del mismo país, con unos niveles de narrativa tan altos que hicieron universal la literatura andina. A partir de su mirada aprendimos a mirarnos también nosotros.

 

Con una vida compartida entre dos mundos, Arguedas asumió el indigenismo como un compromiso vital. Su sentido de la injusticia, de la exclusión y de esa realidad brutal sufrida por los nativos, las volcó en el papel, porque eso lo llevó siempre clavado en el alma.


Recuperar la valía del mundo indígena, de ese personaje que le fue arrancado su mundo, fue siempre su propuesta literaria y un tema prioritario para él.

 

Vargas Llosa, entre tanto, es ese escritor con capacidad de entender el universo. Adentrarse en su mundo es, como bien dijera él, encontrarse con la magia de la lectura y traducir las palabras de los libros en imágenes cuando apenas eres niño.

 

Su idioma es el de la literatura y también el de la reflexión. Amé su sencillo discurso en ocasión del Premio Nobel, cuando habló de la importancia de haber aprendido a leer a los cinco años de edad.


Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida, aseguró. Leer me permitió viajar con el Capitán Nemo en Veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a Dartañán contra las intrigas que amenazaban a la reina en los tiempos del sinuoso Richeliu, o ir por las entrañas de París en el cuerpo inerte de Jean Valjean.

 

Según el escritor peruano perteneciente al boom latinoamericano, la lectura convirtió el sueño en vida y la vida en sueño. Y esas historias llenaron su infancia de exaltación y aventura.


Vargas Llosa ha descrito a su país en casi todos los rincones del Planeta. Tiene más de 18 novelas escritas, casi todos los premios del mundo literario, y una huella honda que traspasa las fronteras del Perú.

 

Es, por así decirlo, una mente libre, cuyas obras están al lado de la verdad, la denuncia y la crítica. Desde la ciudad y los perros, Conversación en la Catedral, La casa Verde, El sueño del Celta, hasta Pantaleón y las visitadoras, hay una narrativa gigantesca y trascendente.

 

A través de sus libros, nos abre las puertas de un país y de una realidad, presa de dictaduras, autoritarismos y misteriosos hechos policiales. Sus novelas nos transportan por distintas geografías desde Lima a la selva amazónica, desde Brasil a la cima de los Andes, desde París a las profundidades del Congo.

 

Siempre será un gigante de la literatura y uno de los mejores escritores latinoamericanos de todos los tiempos. Sus novelas son esas grandes aventuras en las que sus personajes se enfrentan a una realidad imperfecta para conseguir sus metas.

 

Una realidad vasta y densa, que se traduce en corrupción, autoritarismo, fanatismo, violencia y dictaduras. Un punto en común que está dentro de la definición histórica de América Latina.

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 Comment


estrehernandezfuentes
May 15, 2024

Bonito tema Sissi , la literatura del Perú es muy admirada por contar con talentosos escritores reconocidos mundialmente ,como es el caso de los q haces mención q sin duda son de los más destacados en las diferentes épocas de la literatura peruana .

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Sobre este blog

Mis pasos han tenido la suerte de andar muchos caminos. Algunos con curvas que me hicieron caer; otros filosos en los que superé pruebas dolorosas y muchos gratificantes, que me llevaron a cumplir el sueño de explorar el mundo. Leer más.

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