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La huella romaní está en cada lugar de los Balcanes.

  • Foto del escritor: Sissi Arencibia
    Sissi Arencibia
  • 7 nov 2024
  • 3 Min. de lectura


Si un elemento otorgó identidad al pueblo rumano por encima de invasiones, repartos y órdenes geopolíticos, fue su música. Su mundo está hecho de violines y ellos vibran con los acordes de ese instrumento en todo momento.


Al igual que las rapsodias húngaras, el folclore rumano expresa una manera de ser, de existir, de proclamar que ellos están ahí y a eso se aferran tanto como a la lengua, porque es lo que les permite seguir siendo lo que son.


Su lucha por existir ha sido una puja entre sus proyectos y los imperios que han atravesado sus destinos.


Por eso su historia es de equilibrio, de apuestas, de fe. De aferrarse a eso que los distingue para preservar su carácter de nación.


La lengua allí es mayoritariamente de origen latino y la música es el alma del país.


Ambas son las bases de Rumania. La primera por su conexión histórica con los antiguos romanos, de quienes se consideran descendientes y la segunda, porque ella tiene la mayor proporción de población gitana de Europa y esa etnia atravesó el continente con su música a cuestas.

Los gitanos tienen un asentamiento gigantesco en Rumanía y también en Hungría. La creación musical que sale de sus instrumentos es la que ambos países reivindican como suya.


Su arte es un lenguaje sublime, un canto místico que se usa para expresar lo que quieren sin dejarse influenciar por nada que sea extraño a sus deseos. Lo inventaron por sí mismos, para hablarse, para cantar entre ellos, para mantenerse unidos.


En Rumanía llaman Rom a su folclore, el cual es una manifestación de las condiciones históricas y sociales de ese país y del fuerte vínculo de ese pueblo con el arte, sobre todo con la música y la danza.


Con rasgos muy particulares y una vestimenta muy distintiva, donde priman las coloridas faldas, las blusas de olanes, la joyería y los tatuajes, ambas expresiones se acompañan con instrumentos como el clarinete, el acordeón, el violín y la guitarra.


Sus ritmos e interpretaciones son propias e inconfundibles, porque son expresión profunda de su existencia. Es su medio de comunicar sus valores éticos en una sociedad hostil.


A los pueblos romaníes se les desprecia y discrimina desde tiempos antiguos y, sin embargo, muchos se sienten orgullosos de su música y de tenerla como un factor de identidad nacional en sus naciones.


Ellos vinieron del este, con sus tribus y sus clanes. Amando el cielo estrellado sobre sus cabezas y los anchos caminos de la vida. Trajeron la alegría, la música y la danza que a todos seduce y su mundo ha moldeado una parte importante de este país.



Los gitanos no siguen un orden histórico como el resto de los europeos. Cuando les tocó atravesar el continente y llegar a las diferentes regiones, avanzaron como nómadas en sus caballos y carrozas, donde llevaban toda su vida.


Llegaban con las campanitas anunciando su arribo y sus vestimentas coloridas, porque ellos fueron y son como quieren ser.


No son vasallos ni amos de nadie. Su objetivo era vivir libres y ni en los tiempos medievales, ni en los modernos, ni en los actuales se sujetaron a ningún código social que no fuera el de ellos.


Hay gente que los manda de regreso a India, porque se supone que allá está su origen, pero ellos siguen con su vida, como lo han hecho siempre.


Los gitanos son hojalateros, trabajan el metal y entienden cómo funciona el mundo a su alrededor. Llevan la picardía y habilidad y eso les permitió sobrevivir a todo a través de los tiempos. Van y vienen cantando, tocando, bailando y leyendo la suerte.


No hay quien pueda hablar de Rumanía, ni tampoco de Hungría sin mencionar a este grupo étnico que resultó clave en la tradición musical de estos países.


Con sus rapsodias, sus sonetos ellos sueñan, viven y aman. Ellos transmiten el sentimiento y fundamentan la riqueza de su espíritu a través de la música.


Y el mundo los va a conocer por eso. Por el rico folclore, por sus bailes tradicionales, sus violines, sus trajes típicos, sus leyendas, su herencia cultural y sus divinas ciudades atravesadas por el Danubio.



La música gitana sigue viva en todo el mundo y en todos los estilos musicales: clásica, jazz, folk, fusión, rock, copla, pop, hip hop. Ella recoge los sonidos del lugar de donde nació y de todos los lugares por donde ellos atravesaron.


Con influencias iraníes, turcas, balcánicas, griegas, andaluzas, el aporte de ellos a la cultura universal es muy vasto, en tanto adoptaron formas diversas de acuerdo con las regiones donde se asentaron.


La huella romaní está en cada lugar de Los Balcanes y su música sigue inspirando a compositores clásicos, que incorporaron a sus obras melodías y ritmos del pueblo rom tras quedar deslumbrados por el virtuosismo de los violinistas gitanos y su forma de entender la música.





 

1 Comment


estrehernandezfuentes
Nov 12, 2024

Interesante contenido sobre una cultura q se creó como resultado d la inmigración ,se mantienen hasta hoy

sin fronteras ni ideología , como detallamente explicas en tu artículo, su musica q atravesó el mundo , es hermosa alegre y d mucha energía.


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Sobre este blog

Mis pasos han tenido la suerte de andar muchos caminos. Algunos con curvas que me hicieron caer; otros filosos en los que superé pruebas dolorosas y muchos gratificantes, que me llevaron a cumplir el sueño de explorar el mundo. Leer más.

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