Mi bisabuelo Atilano fue uno de aquellos españoles que en el siglo XX dejó su país, cruzó el mar y se vino a América en busca de una vida mejor. Procedía de Nava, una pequeña comarca de Asturias, y llegó a la isla cubana en un vapor que partió de la Coruña.
Dicen que desde ahí zarpó el barco que lo llevó a mi país cargado de sueños. No sé si fue en el Begoña, o en otro similar, pero su historia se inscribe dentro de la de aquellos cinco millones de españoles que un siglo atrás emigraron masivamente al nuevo continente buscando fortuna.
Tuve oportunidad de evocar esa parte de mi pasado en esa ciudad portuaria del noroeste español, a la cual llegué para hacer el último tramo del Camino de Santiago, una ruta espiritual de peregrinación que me hizo juntar memorias inolvidables.
La Coruña fue el colofón de ese trayecto y acercarme al mar me dio el pie para escribir esta memoria de viaje, porque desde allí emprendieron rumbo generaciones enteras huyendo de la pobreza, del hambre o de la guerra.
Muchos no retornaron para alimentar la memoria popular. Iban tras la fiebre del oro, pero acabaron de esclavos en las plantaciones cañeras o haciendo funcionar el negocio tabacalero cubano. Los de mejor suerte trabajando en las minas y en el ferrocarril.
La historia cuenta que debieron aclimatarse al trabajo bajo las temperaturas extremas de la otra parte del mar.
Atilano Fuentes fue uno de ellos. Nació en 1872 y fue bautizado en la parroquia de San Bartolomé de Nava, Oviedo, Asturias. Hoy lo traigo a este blog, porque su historia tiene un hilo que me conecta.
Pertenece a mi linaje materno, pero es un punto oscuro en mi historia de vida, como lo fue mi abuelo Víctor, un personaje ausente y casi borrado del ambiente familiar y de quien tampoco sé casi nada.
Pero la vida me había traído a la Coruña y cuando me acerqué a divisar ese mar que lo llevó a mi país, lo traje al pensamiento. Quería dar luz sobre mi pasado, desentrañar todo lo que estaba atascado ahí, poner todo en claro. Llevaba tiempo en ese proceso.
Imaginé el escenario de aquel entonces. Supuse lo que representó para aquel joven un pasaje al nuevo mundo, donde podría empezar de cero, abrir un negocio y tal vez regresar convertido en alguien muy rico a un lugar como España, donde se emigraba por falta de horizontes.
Aunque para mí su historia no fue cercana, no podía desprenderme de la memoria que está en mi raíz.
Soy una emigrante y si algo he aprendido en la vida es la importancia de tener claro de dónde venimos, para saber quiénes somos.
Tanto si la afrontamos como si no, la historia que nos precede nos afecta exactamente igual.
Mi ideal de búsqueda, de saber qué hay más allá de lo conocido y el alcanzar un futuro mejor en otro punto del mundo engarza de algún modo con la historia de aquel asturiano, de nombre Atilano.
La historia de la emigración es una constante. Y desde entonces es exactamente igual. El mundo se ha sofisticado tecnológicamente, pero los mecanismos que lo mueven son los mismos. Sigue habiendo personas desesperadas que buscan un futuro mejor y van a intentarlo por todos los medios.
Desde el mismo descubrimiento los viajes hacia América para hacer fortuna sumaron muchos emprendedores, atraídos por las minas de plata primero y por las tierras de cultivo después.
Como tantos otros en aquel tiempo, mi bisabuelo salía por vez primera de su aldea.
Desconocía el mundo exterior y tal vez ni siquiera había visto el mar. No sabía leer, ni escribir y un barco lo llevó al otro lado del mundo sin tener ni idea del escenario al que se enfrentaba.
Una carta otorgada por el presidente en turno de la isla le dio garantías para gozar de los derechos de ciudadano.
Provenía de un pueblito cercano adonde me encuentro. Una campiña que hoy se despliega ondulante, apacible a solo siete minutos de conexión con las redes de autopistas del centro de Asturias y que forma parte de uno de los tramos del Camino de Santiago.
Pero en aquel entonces Nava era una aldea silente que se avivó posteriormente con la explotación del carbón. Sus habitantes eran labradores que nunca tuvieron un trabajo cualificado y para ellos la posibilidad de emigrar fue muy tentadora.
Hoy es una de las localidades asturianas que conforman la llamada Comarca de la Sidra, una franja famosa por sus plantaciones de manzanos y compuesta por seis concejos que tienen en común la producción de la bebida más popular del Principado.
Además de ser famosa por su Festival temático del licor, que es además una Fiesta de Interés Turístico Nacional, Nava ofrece oportunidad de gozar del senderismo en la bella tierra asturiana.
Su tierra natal está muy cerca de Galicia y no podía estar por estos lares, sin hablar de esa parte mía, desconocida y sin recuerdos. Una historia silente de la que nunca se habla, marcada por un pasado de abandono que hubo que olvidar a la fuerza.
Mi bisabuelo era campesino y vivió en Ancón, una localidad del extremo occidental de Cuba, hasta que murió a los 87 años de edad, unos diez años antes de que yo naciera.
Estuvo casado con una férrea mujer llamada Inés, de la cual, curiosamente, he escuchado mucho más.
Mi madre solo recuerda la presencia de un baúl, donde aquella mujer selló todos los recuerdos y las fotos que pertenecieron a su abuelo.
Pero más allá de esos pocos detalles, algunos de los cuales documentan el expediente español de mi madre, hubo algo que me instó a publicar esta memoria.
Era, tal vez, la manera de sacar a la luz esa añoranza que albergamos todos los que un día salimos de nuestra tierra para aventurarnos por nuevos rumbos.
Muy buen relato y especial conexion la que nos brindas
Que emocionante Sissita !!. Me llegó al corazón .. me recordaste una historia que en realidad nos fue contada muy rápida precisamente por la ausencia de nuestro bisabuelo en la vida de nuestra madre y sus hermanos ..nosotros fuimos muchachos que nos criamos sin bisabuelos y los abuelos los perdimos en una corta edad .. todo lo que trae al traste muchas cosas de las que ahora sufrimos .. y ni hablar de los emigrantes .. todos dejamos atrás seres queridos que no sabes cuándo los vas a volver a ver ..y la vida continúa si .. pero esos arrastres se quedan y sufres . Gracias a Dios por estar en nuestras vidas y poderla llevar más aliviada a pes…
Maravillosa historia, de un pasado que no viviste, y dónde la tecnología y el desarrollo científico era todavía cero. Increíblemente, tu qué naciste 10 años después que muriera tu bisabuelo hayas podido hacer un detallado e inmenso recuento de la historia de tus raíces, yo recuerdo mis vivencias de trámites de el, y su nacionalidad, y jamás me asemejaría, a esa espectacularidad genialidad y maestría, que haz alcanzado en tu escrito.
Me emocionó mucho la lectura de esta historia familiar , todo un homenaje dedicado a un bisabuelo emigrante q el tiempo no nos dio la posibilidad d conocer, pero si nos transmitieron su historia de vida como parte nuestras raíces . Qué bueno q en tú andar x el mundo hayas podido estar tan cerca de sus orígenes y q hayas llegado a sentir esa conexión q provocó q relataras estas tan bien narradas y bonitas memorias .
Que hermoso mi sisi que te identificaste con tus raíces cuando visitaste este lugar de España como siempre hermoso e ilustrativo todo lo que nos compartes muchas gracias