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La carga mística de Irlanda encendió mi espíritu.

  • Foto del escritor: Sissi Arencibia
    Sissi Arencibia
  • 9 ene
  • 4 Min. de lectura


Hay lugares que encendieron mi espíritu por su carga mística a través de los años. Irlanda es uno de esos con la capacidad de generar relatos, hasta formar un tejido cósmico, que le da a ese país su valía histórica.


Cuando uno llega allá entra en un universo mágico, porque esa es la tierra de los encantamientos, de los monjes navegantes que por los años 500 buscaban islas misteriosas, pero también es la morada de las hadas, los duendes y los gigantes.


Un pueblo antiguo con las huellas de un pasado legendario enorme, cuyos hilos están muy presentes, porque para ellos la historia es una larga continuidad de relatos.


Desde los viajes de Barandán, el monje evangelizador que dio forma a uno de los relatos medievales más famosos de la cultura gaélica, hasta las leyendas detrás de la Calzada del Gigante, una reserva natural localizada en Irlanda del Norte, todo está interconectado.


El periplo del primero acompañado por catorce monjes que vagaron durante siete años por el océano enlaza con los relatos de la mitología irlandesa, como el de ese atractivo patrimonial, al cual me acerqué antes de partir de la isla.


La Calzada del Gigante es una formación bastante enigmática con una historia sustentada en la cosmogonía que habla de cíclopes y gigantes, de razas antiguas que moraban en los espacios insulares que rodean a Irlanda.


Se trata de un área singular al pie de los acantilados que bordean la meseta de Antrim que contiene unas 40 mil columnas de basalto provenientes del enfriamiento rápido de la lava de un cráter o caldera volcánica, ocurrido hace 60 millones de años.


La parte superior de esas columnas formó escalones que salen de la base del acantilado y desaparecen bajo el mar.


A pesar de que el proceso geológico que origina esa formación es bastante simple de explicar, la imaginación irlandesa agregó esos tintes coloridos para que el relato sobre su creación resulte más curioso.


Según la leyenda de la mitología gaélica, las columnas son los restos de una calzada construida por un gigante. Se cuenta que un irlandés de grandes proporciones fue retado a un combate por otro escocés de iguales dimensiones.



Se dice que el primero construyó la calzada que cruza el Canal del Norte para que ambos se enfrentaran. En una de las versiones de la historia el segundo es derrotado por el irlandés y en la otra se dice que el primero se esconde cuando se percata que su enemigo es más grande.


Al final, el irlandés consigue engañar al escocés haciéndose pasar por un bebé y este último huye espantado ante su tamaño de vuelta a Escocia, destruyendo la calzada detrás de él para que no pueda perseguirlo.


El origen de ese relato contado en el sitio puede tener que ver con la presencia de las mismas columnas de basalto al otro lado del mar, en terrenos de Escocia.


La geografía de ambas naciones tiene bases comunes y también sorprendentes paisajes como este.


De la presunta calzada quedó el principio y el final y es lo que se conserva hoy día derivado de la actividad volcánica de la Era Terciaria. La que respecta a Irlanda está en la parte norte de la isla, la cual pertenece hoy a territorio inglés.


Es un monumento natural de importancia geológica mundial protegido por la UNESCO desde 1986 y el lugar más famoso de Irlanda del Norte.



El sitio está abierto a los visitantes y se puede llegar a él a través de senderos, desde donde se observa un impresionante paisaje costero, ideal para la reproducción de una amplia gama de animales y aves.


Es una linda excursión. Da igual si consigues mentalizar seguir los pasos del gigante mientras admiras la composición de la tierra bajo tus pies. Su aspecto es tan único que cuesta creer que sea real.



Final, yo estaba en la isla y en ese universo todo es posible. La imaginación y las vistas.

Los mitos, con los que ellos elaboraron sus leyendas y que son hoy la base de su cosmogonía, provocaron un flujo civilizador para Europa y el resto del mundo.


Tampoco yo me había escapado de ellos, cuando de joven leía Los viajes de Gulliver, un apasionado cuyas aventuras lo llevaron a tierras imaginarias, donde vivían personas minúsculas y también gigantes, para intentar encontrarse a sí mismo.


Esa manera tan peculiar de entender el mundo volcado en la sátira del clérigo irlandés Jonathan Swift, que derivó a su vez de una larga continuidad de relatos, fue la que tomó San Patricio de base para evangelizar el país en el siglo V.


El filtró elementos cristianos en el tejido de ese relato que era común a los pobladores de aquel entonces.


Y en ese respeto a los símbolos y a sus historias estuvo la particularidad del proceso de cristianización de estas tierras, adonde se entró como en una especie de negociación con los pueblos de origen celta que vivían en ellas.


Hoy llamamos mitos a todo ese bagaje espiritual contenido en las antiguas religiones, pero lo cierto es que ellas florecieron en tiempos antiguos y reinaron durante milenios en Europa, antes de la llegada del cristianismo.


Todo ese vasto mundo que pasó por mi mente, mientras me alejaba de aquella calzada, estuvo ahí y es un elemento esencial para entenderlos.

 



 

 

 

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Sobre este blog

Mis pasos han tenido la suerte de andar muchos caminos. Algunos con curvas que me hicieron caer; otros filosos en los que superé pruebas dolorosas y muchos gratificantes, que me llevaron a cumplir el sueño de explorar el mundo. Leer más.

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