Humantay: un componente sagrado que ni yo misma puedo explicar.
- Sissi Arencibia
- 8 sept 2022
- 3 Min. de lectura
Una de las experiencias más vívidas que tuve en Perú fue la de poder contemplar la laguna natural que provocó en el tiempo el deshielo del nevado Humantay. Un caprichoso evento que hace mágico el efecto estético y pacífica la sensación que proyecta.

Se trata de un cono volcánico que está en lo alto de las cumbres andinas, a la cabeza de los Dioses -como dijeran los nativos-, rodeada de glaciares y nieves perpetuas, a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar, en la región del Cuzco.
Se llega luego de ascender por un camino dificultoso de piedras y la vista aporta equilibrio y sosiego a cualquiera que tenga el privilegio de poder alcanzar ese límite geográfico, cuya formación derivó de la agonía de los glaciares.
Ya sea que hagas el recorrido a pie o a lomos de un caballo desde el campamento de Soraypampa, la experiencia es igual de extenuante y sobrecogedora, por lo empinado del ascenso hacia esas cumbres, que formaron como un circo glaciar en los Andes peruanos.

A Humantay se accede tras librar un camino estrecho, de tierra, que bordea las laderas de la cordillera y es junto a la montaña Arcoíris una de las revelaciones más sorprendentes que dejaron al turismo las incursiones de montañistas en estos parajes.
Incorporada hoy al recorrido tradicional, su fama viene de solo unos años atrás, cuando estos grupos de aventureros toparon con esos paisajes fascinantes, siguiendo el rastro de los incas.
Senderistas, como el amigo Eduard que, con su experiencia de trillar esos caminos casi a diario, te hacen sentir segura, confiada y volver con un montón de conocimientos de esa civilización, cuyo imperio fue el más extenso de la América precolombina.
Pero, no todos se avientan a ese trayecto. Quienes lo hacen, pueden sentir emociones diversas que van desde la sospecha de no poder llegar a la cima, el enojo porque nadie les habló de lo duro que era, hasta la satisfacción de pisar uno de los puntos más sorprendentes de la cordillera sudamericana.
Yo iba a lomos de un caballo, pero la cuesta aun así resultó difícil, porque allí te falta el oxígeno y lamentas los esfuerzos de esos animalitos para llegar con la carga al tramo que nos separa del objetivo.

Si algo resultó importante para mí en ese viaje fue enfocar la mente para lograr el resultado. Mi visión de ese tramo la proyecté en los glaciares, ese espectáculo maravilloso que yo veía por vez primera y que se divisaba entre las nubes.
También en el vuelo del cóndor, un ave sagrada que planeaba desde lo alto para hacerme sentir en otras dimensiones. Olvidé los efectos de la altura y eso me permitió estar más receptiva para comunicar todo aquello que venía de mi espíritu.
Era una especie de complicidad. Por un lado, oír la voz de mi intuición que me conminaba a agradecer la experiencia de estar allí y, por otro, prestar atención a lo que me era devuelto del alma de la tierra, o la "pachamama", como ellos suelen decir.
Consciente de que el universo habla en susurros, llegué arriba convencida de que estaba allí por un propósito y eso me hizo sentir merecedora de aquel espectáculo hermoso, destellante y enriquecedor.

Mi experiencia de Humantay fue de las más gratificantes de ese viaje, porque cuando al fin llegas, te sientas, meditas y repasas en calma al borde de la laguna el por qué estás allí, no dejas de decirte a ti misma que ese espacio místico formaba parte de tu travesía de vida.
Hasta las señales que encuentras y que uno también puede dejar para los otros que llegan, hablan del buen camino. Ese camino que se hace al andar, que transito siempre con fe y que en el caso de Perú tiene un componente sagrado que ni yo misma puedo explicar.

Muy lindo las fotos y lo que describes de un paisaje natural tan virgen y hermoso, pero también fue maravilloso lo que pediste sentada al borde de la laguna para todos tu seres queridos. Gracias
Mi vida cada dia estoy mas emocionada de que llegue el viernes para seguir deleytandome con todo lo que nos escribes y enseñas
Hermoso. Hay que ser como el cóndor que se enaltece y se abre camino ante la adversidad. Aprender a escuchar con el alma, esa es la clave.
Muy interesante el tema tratado, es algo no común ver embalses en esos niveles de altura, solo justificable en geografías volcánicas. Otra ves nos haces sentir y palpar en carne propia
Tu detallado y explícito literario. Gracias mi niña.
Qué lugares tan hermosos. Qué descripción tan clara de los recorridos. Siempre me ha gustado mucho tu redacción. Me transportó al lugar.