En Perú percibes lo que el lugar tiene para contarte.
- Sissi Arencibia
- 1 sept 2022
- 3 Min. de lectura
Tenía muchas expectativas cuando abordé el avión hacia los Andes. En mi cabeza se tejían ideas que mezclaban puntos energéticos, ciudades perdidas, lagos sagrados y líneas intrigantes divisadas desde lo alto, que todavía los científicos no pueden explicar.

Perú es todo eso. Es una nación con un aura de misterio y revelación que te lleva a captar ese mensaje desde la tierra hasta el cosmos en casi toda su esencia y desde cualquiera de sus puntos cardinales.
Un espiral de atención despiertan sus paisajes, su acervo cultural y su gente, que adoran a la “pachamama” (madre tierra) y tocan instrumentos musicales de viento, como si de esta manera se conectaran con un espíritu ancestral.

Hay mucho allí que fue creado desde el pasado para la eternidad. Todavía hay conocimiento que desentrañar, historias por escribir y civilizaciones que estudiar. Hasta la disposición de las piedras carece de argumento sólido.

Los motivos para visitar la nación son infinitos. Acercarte a la ciudad sagrada de Machu Pichu justifica de por sí el viaje. Cada minuto en ese lugar es un regalo que tomas, consciente de que ese y todo el paisaje andino tienen una connotación simbólica y ritual que no alcanzas a ver en muchos sitios del Planeta.
Un gran torrente de energía vital emana de allí, pero también del lago sagrado de los quechuas, donde convergen dos de las líneas del campo magnético de la Tierra.
Es como si las venas de la “Madre del Mundo” -como la llamaban ellos- se enroscaran de forma intensa, llevándonos a conectar con lo divino.
Por eso son lugares espirituales. Justo en esos puntos exactos de intersección, donde la tierra tiene sus centros de energía, están erigidos los templos más emblemáticos del mundo, demostrándonos que los antiguos entendían el poder de estas corrientes.

Y aunque muchos no toman muy en cuenta eso, la gente sensible sabe que las vibraciones de esos vórtices permiten que se expandan las conciencias humanas.
Son lugares esenciales para conectar, recargar y equilibrar las energías del cuerpo físico, mental y espiritual. Cuando llegas, percibes lo que el lugar tiene para contarte, porque de alguna forma te sentiste atraído a llegar a él.
En Perú todo se aprecia desde grandes alturas. Para llevarte una idea cabal de sus valores paisajísticos hay que subir hasta donde vuela el cóndor, un ave que es todo un símbolo de poder y espiritualidad para esta cultura.
Todo es monumental y energético en esa región, desde la ciudadela sagrada de los incas, que es de lo más perfecto en arquitectura e ingeniería que se aprecia en un paisaje natural, hasta la montaña “arcoíris”, cuyos minerales la dejan ver envuelta en colores.

Y para no dejar de sorprenderte, en la cima del Mundo se conserva el legado de un pueblo ancestral que ganó espacio al lago navegable más alto de la tierra y convirtió en islas flotantes su mundo.
La vida de los Uros se concibe hoy sobre superficies artificiales construidas de totora, la planta acuática que crece en el lago, con la que tejen todo su entorno, incluyendo sus barcas, y sobre la que caminan como flotando cada día.

Yo abarqué casi la totalidad de los atractivos peruanos. Sin embargo, el país siempre te deja algo reservado para volver.
Avistar uno de los grandes enigmas arqueológicos de los últimos tiempos, al sobrevolar las líneas de Nazca, es la incógnita pendiente de ese lindo viaje.
Se trata de una especie de trazados que se mantienen en el tiempo a pesar de la lluvia y el viento. No se sabe quién los dibujó, cuándo y con qué propósito, pero ese nivel de precisión que hoy se observa desde lo alto en las pampas andinas, es todo un misterio intrigante.
Los científicos comparan a Nazca con un libro astronómico, por marcar los solsticios de invierno y verano en medio de un extenso territorio yermo, que cubre uno de los desiertos más áridos de la tierra.
Pero valdría preguntarse qué de lo que hay allí no está edificado siguiendo esos conceptos. A mí me da razones para nuevamente volver la vista a ese destino, erigido sobre el misterio y los grandes secretos.
Hasta el lago -de nombre Titicaca- conserva ese misticismo que mezcla ciudades sumergidas con leyendas, que siempre dejarán espacio para hablar de una nación, cuyos habitantes visten de colores para iluminar la sierra y tejen unos ponchos cálidos y vistosos que todos queremos tener.

Colección de imágenes y exquisito discurso que nos lleva de tu mano en todo el recorrido. Besos miles, sigo viajando contigo el próximo Viernes.
Cómo siempre sisi impecable tus vivencias tus experiencias qué nos trasmites con tus hermosas escrituras que nos pones semanas tras semanasc
Mi vida eske con tus narracion nos llevas hasta donde has ido y me haces sentir que estoy ahi gracias, gracias, por todo lo que nos enseñas
Estoy viajando por Perú, y con tantos detalles o más, que si lo recorriera fisicamente, de corazón lo digo, sin exagerar no creo que me sea posible tener ese nivel de información y retenerlo con tanta precisión para llevarlo literariamente,
Este viaje supera mis espectativas, seguimos en el, Gracias Sissi eres la felicidad de nuestros pensamientos, disfrutando,tu arte de llevar al pliego
Con tanta exactitud.
Hermoso relato , sigo ahí como si estuviera caminando esos lugares ,y con mucho interés x conocer las entrañas d un país q no deja d estar lleno de incógnitas y coloridas tradiciones ,eso logras hacerme sentir como buena escritora consagrada a realizar un trabajo d calidad .