Adentrarse en el paisaje toscano dio un soplo de energía a nuestro viaje, porque más allá de que la vista es sorprendente, de allí sale la savia que nutre los más típicos vinos de la península itálica y está la amada Florencia, la augusta ciudad de los Médici.
Sembrada de cipreses y famosos viñedos, la región aporta sabor y tradición, convirtiendo al país en el mayor productor mundial de vino y el de mayor índice de consumo por habitante.
En el centro de la Toscana está Florencia, una ciudad que hizo grande a Italia, por muchas razones.
Rebozada de arte, cultura, y dotada de una belleza y un misticismo que no poseen muchos lugares del mundo, es esa zona del país que todos queremos visitar aunque solo sea unos minutos, porque allí todo es revelación.
Es predominantemente renacentista y ostenta ese sello de identidad que la hace figurar como la cuna de uno de los movimientos artísticos más significativos de la historia. Una corriente que ponderó al ser humano como el centro de la vida social y cultural.
Por Florencia hice un recorrido, que dejó en mí el deseo de volver a sus plazas, sus basílicas, sus palacios, que guardan la impronta de los grandes maestros del arte, como Miguel Angel, Da vinci, Dante, Galileo, entre otros muchos.
Y es que esa ciudad, dominada por el linaje de los Médici, fue por mucho tiempo capital de Italia.
En el siglo XIX tomó como modelo la modernidad de París y con ello el diseño de sus avenidas, sus elegantes edificios con cornisas y hasta la Plaza de la Libertad y el Arco de Triunfo.
El Duomo es revelador, tal parece que estás ante una edificación hecha a mano.
La Torre Campanaria de Giotto, con su cubierta de mármoles blancos, verdes y rosas y sus ventanas intercaladas, sobresale como un conjunto de los más llamativos del entorno.
En medio del casco antiguo, la cúpula de Brunelleschi domina el perfil urbano de la ciudad tras 600 años, resistiendo el paso del tiempo. Con su innovador enfoque, el artista consiguió desafiar la gravedad, cambiando las reglas de la arquitectura.
La huella de Miguel Ángel, con sus frescos y esculturas, está en todas partes, desde la Plaza Donatello hasta la Academia de pintura, donde está su David, imponente y revelador.
La pieza representa a un joven desnudo en el apogeo de su vigor físico, cuya intensa expresión de fuerza y coraje se eleva como símbolo del poder de la República florentina en el momento de su máximo esplendor.
Fue esculpido de un enorme bloque de mármol en bruto en tres años, creando una imponente escultura de absoluta belleza, un ícono del modelo renacentista y entre lo más aclamado de la institución cultural.
La escultura nace con ese movimiento como un intento de expresar un arte más allá de lo imaginable. Una inspiración que mira al espíritu de los griegos y hace que brote una forma estética donde hay pieles, miradas, textura y movimiento.
Florencia es el lugar que observó de cerca los pasos de genios como Sandro Boticelli y Leonardo da Vinci. Es la urbe que desafió a Roma y al Papa y el lugar que vio nacer al autor más destacado de la lengua italiana: Dante Alighieri.
Allí nació y vivió hasta su exilio el llamado poeta supremo. Allí está la casa museo, el baptisterio de San Giovani donde fue bautizado y que menciona en el Infierno y el Paraíso, la abadía románica de San Miniato y la basílica de la Santa Croce, donde una estatua lo recuerda.
Florencia es de todas las ciudades de Italia la que marcó un referente de un momento histórico, donde cambia el eje de la tierra y poco a poco el hombre se sitúa desde otra perspectiva.
Ella fue el epicentro de esa nueva mirada al mundo y uno de esos claros ejemplos donde la historia tuvo destellos brillantes y luminosos, que la convirtieron en una ciudad poderosa.
Es el lugar donde se desarrolló Da Vinci, con sus pinturas y sus inventos. El sitio donde el genio retomó la anatomía para entender la figura humana y concebir la Divina Proporción, una pintura que sitúa al hombre en el centro de un círculo, como símil del papel que jugaba dentro del pensamiento.
La capital de La Toscana destacó por los retratos, que se volvieron en ese tiempo (del siglo XIV a XVI) un arte de marca mayor. Pero también por el esplendor en la música, el pensamiento, las ideas, la filosofía, las matemáticas, la física y la ciencia moderna.
De ella marchas con ánimo de regresar y eso explica el por qué es de las visitas obligadas cuando llegas a Italia.
Una ciudad que invita a repasarla de día y de noche, en toda su extensión, porque allí está la huella del arte, allí nacieron los frescos que impresionaron al mundo, los tratados de Maquiavelo y también las ideas del telescopio y el geocentrismo, defendidas por Galileo.
Que ciudad me encantó ese es un destino al que quiero ir
Qué bonito capítulo ,logras q se haga sentir la mezcla de naturaleza y cultura que es la bella y romántica Toscana .
Hermosos y espectaculares estos lugares que nos compartes mi Sisi gracias como siempre por compartir esto tan bonito que tuviste el privilegio de conocer y compartir con nosotros muchas gracias