En el camino logré conversar con mi alma.
- Sissi Arencibia
- 21 nov 2024
- 4 Min. de lectura

Cuando pienso en las gracias que me fueron concedidas, mi espíritu se regocija. El hecho de que en mi mundo se uniera el viaje con el cuaderno me hace vivir cada día con la confianza en un camino prometedor.
Ambas cosas propiciaron que el corazón pudiera cantar su propio himno. Me llevaron a conocer costumbres y otros modos de ver la vida, a toparme de golpe con historias y leyendas que no tenía idea de que existían.
Cuando las señales se manifestaron lo hicieron con ese lenguaje individual e inequívoco que no te hace dudar.

Dejar atrás lo conocido para aventurarme, develó misterios y me enseñó lecciones.
Cuando salí de casa, logré conversar con mi alma. Poder escribir todo lo que veía me llevó a descubrirme, a pasar tiempo conmigo, conocerme mejor, ser consciente de lo que me pasaba y los motivos por los que me pasaba.
Todo lo registrado me llevó a ver los cambios, las fortalezas, los avances. También a integrar lo vivido, hacer un catálogo de experiencias y ejercitar la memoria.

Siempre vale la pena contar una historia, porque hay mucho del mundo que no está escrito, miradas que no te esperas, sorpresas imprevisibles que solo el camino te puede revelar.
Andando fue como supe que no había gracia en buscar a Dios fuera de las personas, o del camino. Eso no está en el horizonte de quien ama escribir.
Alguien como yo sólo podía encontrar en el trayecto el sentido de esa búsqueda.

La magia está en percibir que eso está reflejado en las anécdotas que te pasan, las distancias recorridas, las sensaciones que sientes, la mirada de los demás, y los momentos buenos o malos que hacen la vida.
Por eso necesitaba de ese mapa para encontrarme. Necesitaba andar muchos caminos para aquilatar el espíritu de esa niña interior, que se maravillaba con lo que veía, pero se moría por canalizarlo.
El viaje alimentó mi alma de muchas maneras. Escribir, acabó moldeando eso que había dentro.

Acercarme a la vieja ciudad transilvana de Sibiu hizo que todo eso cobrara vida, porque allí parece que el mundo te observa.
Se trata de una ciudad medieval fundada por sajones con curiosas construcciones, donde los puntos de ventilación en los tejados que usaban los pobladores germanos para sacar el humo de las carnes ahumadas parecen pequeños ojos que te observan.
Eso es lo diferente de caminar. Son esas andanzas viajeras las que te llevan a ver esos detalles de la antigua capital del principado de Transilvania de donde son, además, el primer libro impreso en rumano, el primer museo del país y donde por vez primera colgaron lámparas de gas en las calles.
Acercarme a la antigua ciudad de Rumanía me reforzó el concepto de que quien está comprometido con la vida, jamás deja de caminar y de ver. Esa es una cualidad del guerrero: puede obrar en solitario pero dentro de su corazón arde un fuego secreto, intenso, que le hace avanzar.

Esa inmensa fuerza de voluntad es la que me lleva a peregrinar, a volar de un lugar a otro, a nunca sentirme sola, a experimentar señales a cada paso y a desarrollar un lenguaje personal, fundado en aciertos y errores, detrás del cual está la guía de Dios.
Como tantos héroes de mis libros, he creído en lo imposible y justamente por eso gané batallas que muchos consideraban perdidas.
En un momento dado saqué la luz escondida en el alma para iluminar lo que debe ser visto. Volví a ser niña y a sentir la sangre corriendo por mis venas. También a entusiasmarme cada vez que el avión despega y me lleva a un nuevo rumbo.

Para alguien que toma nota de la vida eso es vivir: experimentar sensaciones nuevas, aprovechar el tiempo sobre esta tierra y dejar de buscar explicaciones a todo lo que ocurre.
Las almas peregrinas como yo saben que nunca pueden llegar adonde quieren si se quedan todo el tiempo en el mismo lugar.
Es en el camino donde logro conversar con mi alma. Él me hace absorber cada detalle, sonido y olor. Me calma el espíritu y me hace disfrutar de la lluvia con la misma intensidad con que puedo ver un arcoíris.
Hoy soy otra persona y eso me deja tranquila y feliz. Caminé en dirección a mi reino, consciente de que en cualquier sitio hay historias que esperan tu mirada, aunque hayan sido contadas muchas veces.
Porque la mirada de cada quien es distinta. Y la creación que sale de ella, también. Las diferencia el amor y el entusiasmo que le ponga cada uno al proceso. Por eso aderezo cada semblanza de este blog y las moldeo con historias que mi mente juntó a lo largo de la vida.
El compromiso y la alineación con lo que hago es mi causa. El rumbo es esa línea de puntos que tracé un día desafiando el ritmo sobre el que gira este mundo con sus leyes impuestas y creencias, muchas de las cuales están lejos de la verdad.
Cuando un día me puse en camino para pisar ese trazado discontinuo que había dibujado en el mapa de mis sueños, entendí que mi búsqueda tenía un sentido y, desde entonces, no dejo de defender esa causa con todo el corazón.

Seguir tu instinto aventurero y poder lograr tus sueños nos ha llevado a todos los q seguimos tu bloc a conocer y profundizar en temas e historias de gran importancia ,sigue haciéndolo con ese amor ,entusiasmo y fuerza d volutad q siempre pones a cada una de tus creaciones .