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En Clonmacnoise están las cruces más antiguas de Irlanda.

  • Foto del escritor: Sissi Arencibia
    Sissi Arencibia
  • 30 ene
  • 3 Min. de lectura


Además de la campiña con sus cabañas rurales y las fortalezas de piedra, el verdadero mundo irlandés lo conforman el pasto verde poblado de ruinas, las colinas suaves con vestigios monásticos, las torres redondas medievales y las altas cruces celtas.


Ese es el tapiz que distingue la isla y es el que mejor describe a Clonmacnoise, un importante recinto del cristianismo primitivo situado al pie del río Shannon, desde donde también puedes llegar para apreciar las cruces más antiguas de Irlanda.


Ubicado en el centro de la isla, a mitad de camino entre Galway y Dublín, específicamente en el condado de Offaly, ese monasterio en ruinas es uno de los recorridos imprescindibles del país.


En la antigüedad fue un punto estratégico por su cercanía a la corriente fluvial, cuyo curso permitía la comunicación en el eje norte sur y el control sobre los caminos que iban hacia todos los puntos cardinales de la isla.


El río Shannon marcaba los límites naturales entre los antiguos reinos de Connaught y Tara, por lo que Clonmacnoise era, además de un cruce de caminos, un concurrido enclave fronterizo.


Su relevancia fue tal que durante siglos fue el lugar de sepultura de los grandes reyes de la colina sagrada (Tara).


Su posición lo llevó a convertirse en un centro religioso de gran importancia. También fue un foco de gran dinamismo en lo comercial y cultural.



Sus ruinas célticas que a nivel paisajístico son fantásticas, pintorescas y convidan a la relajación, fueron el colofón de un viaje por las tierras gaélicas, donde se escribieron los famosos libros iluminados.


Estaba justo en uno de aquellos recintos donde los monjes se dedicaron desde el siglo VI a colocar trazos de letras y dibujos en oro y plata en aquellos volúmenes, para ambientar los pasajes religiosos.


La labor de aquellos copistas que convirtieron en auténticas obras de arte todo lo que salía de sus manos, hizo de estos lugares verdaderos centros del saber, hacia donde muchos reyes y nobles venían a cultivarse.


De tal suerte que mis pasos ese día rondaban por un sitio muy trascendente en Irlanda, fundado por San Ciarano Mac, donde hubo un centro religioso y de estudio, conformado por una catedral, dos torres circulares y no menos de siete iglesias.


Sus monjes realizaron importantes contribuciones a la literatura y la teología, convirtiéndose en guardianes del conocimiento en una época de gran turbulencia en Europa.


Por espacio de algunas horas vagué por entre sus ruinas en medio de la más pura tranquilidad en un prado de un verde de todo el intenso que solo puede apreciarse en Irlanda con las últimas luces cálidas del día.


Permanecí en el interior de sus muros unos minutos en silencio, entre losas centenarias y restos de arcos ojivales, porque eso me transmitía un gran sosiego.


Al pie de sus cruces moteadas de liquen agradecí callada el destino de mis pasos, porque ellos me habían llevado, como tantas veces, a vivir importantes experiencias, en este caso en lo que fue el monasterio más famoso de Irlanda.



Dicen que en el siglo IX venían eruditos de toda Europa por la intensa actividad que rebosaba este lugar.


Unas dos mil personas entre religiosos y seglares trabajaron en él durante ese tiempo, antes de iniciar su decadencia en el siglo XII y ser destruido finalmente por los ingleses en el siglo XVI, como tantos monasterios de la isla.


En el emplazamiento están las altas cruces célticas originales llamadas Cruz del norte, Cruz del Sur y Cruz de las Escrituras.


Esta última está esculpida en piedra arenisca, tiene cuatro metros de altura y está considerada una de las mejores cruces irlandesas que se ha conservado, por la calidad de sus relieves y escenas bíblicas.



La impresionante altura de ellas muestra cómo los primeros monjes irlandeses comenzaron a apreciar el poder monumental de la piedra en el período posterior al año 800 d.c.


Se presume que fueron erigidas para acercar a Dios a quienes se arrodillaban a su lado.


El conjunto monástico resulta una visita imprescindible para entender la historia, los primeros tiempos del cristianismo y el arte medieval en Irlanda.


Aunque hay cientos de cruces, losas y lápidas cubiertas de musgos, como en tantos otros sitios irlandeses, Clonmacnoise no es un lugar tétrico, ni sombrío, sino un sitio lleno de calma y belleza.


Si una vez ese idílico enclave de suaves y verdes colinas fue el centro de rutas transitadas, hoy tiene un cierto aire de lugar apartado y apacible que, pese al tiempo transcurrido, conserva un aire solemne, casi mítico, como todo en Irlanda.





1 comentário


estrehernandezfuentes
05 de fev.

Gran contenido y muy bien presentado ,se siente la belleza y la paz de Irlanda en cada página q has presentado ,además del contenido histórico q hemos conocido .Bien hecho Sissi ,preciosas descripciones .

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Sobre este blog

Mis pasos han tenido la suerte de andar muchos caminos. Algunos con curvas que me hicieron caer; otros filosos en los que superé pruebas dolorosas y muchos gratificantes, que me llevaron a cumplir el sueño de explorar el mundo. Leer más.

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