Arzúa es una famosa villa del noroeste español donde se elaboran una de las marcas de queso más representativas de Galicia. Es una localidad llena de encanto que queda en el camino hacia Santiago de Compostela, la gran meta de este viaje.
La denominación responde al nombre de Arzúa-Ulloa y es la segunda con mayor producción del país. Se trata de un queso de raza rubia gallega, frisona, pardo-alpina y sus cruces, conocido en Galicia por su amplia fabricación.
Su aroma recuerda al olor de la mantequilla y su sabor es ligeramente salado, con un característico punto de acidez. Es el que más gusta a los gallegos, quienes consumen el 80 por ciento de su producción.
En la región lo sirven en platos al horno con verduras, con huevos, con membrillos dulces y también lo hacen acompañar con tintos de cuerpo y vigor.
No hubo mejor combinación que el queso y el vino para sellar esta jornada. Avanzamos a primera hora de la mañana desde Melide, punto de encuentro donde confluyen la ruta francesa procedente de Roncesvalles y el camino primitivo que parte de Oviedo.
En ese lugar disfrutamos de paisajes únicos, cuyos orígenes se remontan a la época medieval. De ahí hasta llegar a la tierra del queso fuimos animados por degustar el producto, de corteza lisa, fina, de color amarillo y con textura cremosa.
Inspirado en recetas tradicionales de la región de Galicia, el queso nos traslada a los inmensos y verdes pastos gallegos. Dulce y equilibrado, con un punto muy bajo de sal, trae para el nativo recuerdos a cuajada de leche.
Su valor cremoso, elasticidad y consistencia, además de agradable y fundente, facilitó el poder combinarlo con el vino para hacer un maridaje perfecto y ponerle una nota colorida al resumen del día.
Ambos productos hacen la combinación perfecta, toda vez que el componente graso de los quesos facilita la cata del vino, consiguiendo que este sea más agradable y armónico.
Si los maridamos con criterio podemos tener altas cotas de placer gastronómico, pues ambos tienen una personalidad muy marcada.
Está documentado científicamente que buscar armonía entre ellos reduce la astringencia y la acidez del vino y se potencia la duración de los aromas de frutos rojos.
Lo importante, según los entendidos, es elegir sabores y aromas que se complementen. Los quesos de sabor más suave se acompañan de vinos blancos secos, tintos jóvenes e incluso cavas. Los más intensos, con los dulces y tintos con más cuerpo, como crianza o reservas.
Lo cierto es que su vinculación gastronómica no es nueva y existen multitud de refranes que lo confirman.
Yo conocía el de vino y queso sabe a beso, pero allí me dijeron que también con queso, pan y vino se anda mejor el camino.
Dichos populares que han pasado de generación en generación y que suelen contener una moraleja. Refraneros que nos enseñan mucho y que varían en función de la zona geográfica donde se utilicen.
La de Arzúa fue una etapa del camino que, como todos los viajes emprendidos, he hecho con mi compañero de vida. Este tenía un valor muy especial para ambos, porque era una aventura compartida con un propósito muy claro.
Y lo digo así, porque los caminos son trazados por poderes más grandes que nosotros. Y, cuando eso pasa, nuestra tarea es arrastrar los pies, a pesar de los riesgos en el trayecto.
Si no marchamos dejaríamos de aprender cosas nuevas. La diferencia es que cuando se hace a solas se trata de un viaje, pero este era toda una aventura y las aventuras se comparten.
En Compostela el peregrino busca un destino desde hace miles de años. Los que como nosotros están en este camino no son viajeros errantes, porque nadie peregrina sin saber lo que busca.
La lejanía de la meta es lo que le da la nota más característica al Camino de Santiago, una ruta medieval de condición religiosa, que tiene muchas formas de hacerse y varios circuitos desde diferentes partes de España.
El sentido de la peregrinación está justamente ahí, en esa marcha paciente, lejana, experimentando toda suerte de bendiciones en el trayecto, que en este caso tiene su término en Compostela, a los pies de la tumba de Santiago el Mayor.
Justo esa disposición interna a mantener una actitud positiva durante el desplazamiento, caminando con las pausas necesarias, liberando cargas y haciendo que en el camino converjan la maravilla y el milagro, es lo que le da sentido a esta ruta.
Al iniciarlo, supe que, aunque en compañía, cada uno recorrería un camino interior, ese sendero espiritual íntimo e intransferible, que cada quien transita en solitario y donde se busca y refuerza la propia fe.
Maravillosa experiencia Sissita .. y como tú bien dices es lo que se siente en tu interior cuando lo haces .. debe ser una mezcla de: saber a quien honras , de amor , de fe .. es un recorrido difícil pero lleno de satisfacción espiritual .. me encanta !!!Que Dios bendiga expandir tus aventuras hacia nuevos horizontes .
Muy bonito e interesante cada tramo del camino recorrido ,en cada uno hay una historia y una nueva experiencia , valió el esfuerzo ; sin dudas una experiencia única, hacer estos recorridos q dan paz a la vida .
Que hermosa experiencia e interesante a la vez la verdad muchas gracias por compartir con nosotros esto tan bonito un abrazo muy grande mi sisi
Mi sisi como siempre es tan interesante todo lo que escribes que a mi me encantan y como siempre espero ansiosa cada semana gracias