El mundo de Charlot me recordó los sueños de un pintor cubano.
- Sissi Arencibia
- 21 dic 2022
- 3 Min. de lectura

Acercarme al mundo de Charlot, el vagabundo de maneras refinadas que inmortalizó la carrera de Charles Chaplin, me recordó los sueños de un pintor cubano.
Lo primero que hice al llegar a Suiza fue buscar la huella del clásico personaje de caminar oscilante, que vistió con estrecha chaqueta y sombrero de bombín. Y cuando llegué hasta él, supe al instante que en aquel viaje también andaba como flotando la imagen de mi extinto amigo Jorge Duporté.

Y es que el mundo de Chaplin formó parte de la obra del reconocido pintor de la flora cubana, quien se decía admirador del personaje que conquistó el cine con su dignidad caballeresca, su emotividad sentimental y ese desencanto frente a la impiedad y la injusticia de la sociedad.
En honor a él y a sus desvelos por regodear con sus pinceles el mundo vegetal descrito por el genio en su Autobiografía, tomé el tren de Zurich al poblado ginebrino de Cosier-sur-Vevey, donde el actor del siglo pasado vivió sus mejores días.
Al pie de su tumba, agradecí callada la suerte de mis pasos. También la posibilidad de bordear el lago Leman y recorrer Manoir de Ban, la propiedad que alberga un museo vívido con lo mejor y más completo de la vida del genio del cine mudo.
Frente a ese escenario de la ribera suiza, donde el propio Chaplin se inspiró para escribir las memorias de una vida difícil transcurrida en los suburbios de Londres, yo evoqué la pretensión de aquel creador de acuarelas multicolores por ilustrar las lilas y los narcisos de las nevadas londinenses.

Recrear el mundo contado por Chaplin a través de la flora de Londres fue uno de sus mayores retos, según me contó años atrás. Era una especie de obsesión creativa que le persiguió durante décadas hasta que siete años atrás pudo obsequiar la muestra a Geraldine, la hija de Chaplin.
Por eso cuando recorrí aquella impresionante mansión de 14 hectáreas, donde están cuidadosamente expuestas las pertenencias de quien llegó al más alto escalón de la fama, hice un esfuerzo mental por recordar cada detalle de mis diálogos con el artista cubano.
Tanto como yo, él sentía un profundo interés por el vagabundo que conquistó el mundo con sus harapos, su ternura y su compasión. Y por eso iluminó con colores el mundo descrito en sus memorias, cuando se ganaba la vida vendiendo flores en los cafetines.
Al dibujar cada una de las especies vegetales descritas por Chaplin de una manera poética, selló toda una muestra de 35 acuarelas dedicadas al genio con quien sentía algo mágico, una conexión sin igual.
Aquella infancia de abandono y la experiencia vivida en las calles resultó una escuela que Chaplin llevó a sus películas de forma silente con un lenguaje propio y universal que todo el mundo podía comprender.

Sus botas, su bastón y el bombín que lo hizo famoso están en ese museo, un edificio de estilo neoclásico que Suiza protege y que muestra, como pocos, trozos de aquellos pasajes que inmortalizaron su vida.
En la mansión donde vivió por más de dos décadas están sus notas, sus libros, sus recuerdos familiares, sus ídolos, sus instrumentos musicales, el baúl que le acompañó en sus viajes y todo aquello que te lleva a captar la percepción del genio sobre el mundo circundante.
También hay un estudio con decoraciones cinematográficas que recrea escenas de sus grandes películas y los jardines con vistas a los Alpes, que te permiten sentir las mismas sensaciones que él pudo experimentar.

Charles Chaplin realizó casi 90 filmes mudos de comedia, crítica política y social, con los que pasó a formar parte de la historia del cine. Fue el creador del tierno y humanísimo Charlot con quien transmitió al público su propia perspectiva.
La imagen de ese personaje de anchísimos pantalones, que está a cada paso del museo, me inspiró a dedicar estas líneas a mi viejo amigo, con quien aprendí a interpretar la riqueza vegetal presente en los textos del poeta José Martí, cuando yo me iniciaba en el mundo del periodismo.
En vida, Duporté concentró sus energías en la ilustración botánica y su obra formó parte de colecciones privadas e institucionales dentro de Cuba y en el extranjero.
Mis expresiones son hoy para él, porque en todo lo que yo vi en aquel recinto suizo lleno de vida y emociones estaban sus palabras cuando años atrás insistía en que Chaplin era poesía, emoción e imaginación.
Es todo un poeta del gesto, enfatizaba, y esos testimonios terminaron acumulándose en los estratos de la memoria para permitirme hoy juntar en el tiempo al personaje dolorosamente cómico conocido como Charlot y al pintor de orquídeas de mi tierra natal, quien llegó hasta él a través de su pincel.

Todo un privilegio tuyo visitar el lugar donde vivió y denscansa el genio de la comedia y el drama.
Los q te seguimos disfrutamos cada publicación de temas como este siempre interesantes y que de una forma muy sencilla,nos contagias con tus emociones y sentimientos ;en este lo logras de forma hermosa al dedicar un merecido homenaje al pintor pinareño d las Orquídeas q con la modestia y sencillez q lo caracterizaron, plasmó su admiracion y pasión x Chaplin ,a través, de su pincel .
Gracias Sissi por compartirnos el camino d tus pasos .
Que bello lugar, otro sueño alcanzado y cuanto me alegro haber aportado un granito de arena en esa decisión.
Mi vida como siempre impecable lo que escribes , y muy interesante oir a traves de tus palabras todo lo de chaplin👏👏👏
Cómo siempre amiga sisi interesante e ilustrativo Gracias por compartir tus vivencias te mando un abrazo muy fuerte y grande