Cuando te lanzas a ese mar inexplorado de emociones y rebasas todo lo que hay de ordinario en el mundo, intentando encontrar la ruta personal, comprendes que las venas que alimentan tu corteza llevan casi siempre un componente de historia y dolor.
Identificarlo es como dar en el blanco, porque ese flujo de información es el legado, el linaje y la raíz de dónde venimos, es lo que está en el sustrato, y lo que termina marcando tu vida presente de un modo que ni siquiera eres consciente.
Sumergirme en aguas profundas, buscando tocar la raíz, por así decirlo, me llevó a poner orden en las emociones, pero también a considerar la presencia de un lazo invisible que te une con el pasado.
Ignorar ese vínculo que en todos está presente y que te asocia a tu madre, a tu abuela y a toda la cadena de tu ascendencia, es reprimir tu lado compasivo, tu parte creativa y tu capacidad de amar y ser amada.
Los lazos más fuertes son los que tenemos con quienes nos trajeron al mundo y cuando eres consciente de que todo lo que está atascado ahí de alguna manera se manifiesta en tu ser, alcanzas a ver el panorama mucho más claro.
Cualquier nudo anclado ahí repercute en el presente. Por eso cuando quitas las capas que envuelven tu coraza de una forma sincera, apostando por entender desde la humildad y sanando lo que deba ser sanado, entonces tu vida se vuelve más plena.
Unos años atrás me enfrenté a este proceso para intentar comprender mi realidad y en el propósito salí más fortalecida, porque vi con ojos más amigables todo lo que había en mi árbol genealógico.
Comprendí las batallas de mi abuela, lo azarosa que fue su vida, su resistencia indomable para sacar adelante los hijos. Vi en aquella alma linda que me cuidó y llenó de afecto en la infancia la marca de un pasado demoledor.
Imaginé los sufrimientos callados de mi madre y sus hermanos, con un padre ausente y una madre obligada a trabajar en la distancia para sobrevivir. Pude ver con más crudeza cómo las cadenas de abandono pueden afectar a toda una generación.
Pude darme cuenta que el comportamiento no es nuestro, sino que lo hemos heredado y que muchas veces buscamos que nos amen de acuerdo con nuestras expectativas, sin ser conscientes de que las personas te aman como son capaces de hacerlo o como aprendieron.
En todo ese camino, entiendes la importancia de sanar y sales convencido que el origen afecta el destino y que aquello que quedó por resolver de nuestro pasado influye sobre el presente.
Solo un proceso traumático o de pérdida te lleva a entender esa verdad y también a ver que mucho de lo que manifiestas en la vida presente se debe a problemas que no se resolvieron dos o tres generaciones atrás.
Freud identificó esa pauta hace más de cien años. Habló de la repetición como el intento por parte del inconsciente de volver a vivir lo que quedó por resolver, para intentar hacerlo bien.
Emprendes una travesía para sanar ese síntoma y ese viaje te lleva por un camino de conocimiento, de desprendimiento y de aceptación. Empiezas a ver con ojos diferentes el amor y entiendes que alguien que fue herido y no logró sanar, no puede brindar ese amor con la calidad que cada quien espera.
Y esa posibilidad de buscar respuestas, me permitió abrazar ese pasado doloroso que tuvo mi madre, tomar de él lo que necesité para labrar mi camino y dejar a un lado esas cargas antiguas que son pesadas para nuestro andar.
Pero, sobre todo, me dio la oportunidad de transmutar, un proceso complejo, que implica reconocer un aspecto de nuestro ser que nos avergüenza o que no queremos ver, pero que al propio tiempo nos sana y nos limpia.
Y ahí creo yo que está la clave de mi poder personal, porque mi naturaleza no solo es transformadora, sino que es de esas que diseccionan la realidad, con un poder mental que atraviesa las cosas, las formas, las apariencias y que trasciende los límites normales del conocimiento para enfrentar temas difíciles como si fueran cotidianos.
Para mí poder entender es algo de vida o muerte. Estar abierta a aprender, curiosear, tener la capacidad de comunicar y en un plano más abarcador intentar eliminar cualquier rigidez a nivel mental, fue parte de un proceso que fui comprendiendo con el tiempo.
Ser consciente de eso hizo mi vida más plena. Hizo que encontrara sentido y estimuló mi lado creativo; logró abrir mis horizontes a través de los viajes y de interactuar con otras culturas. Me llevó a ver más rápido la ruta.
Me instó a dejar lo conocido para buscar lo desconocido, reconocer los puntos oscuros, viajar a otros rumbos para encontrarme.
Y en esa búsqueda, di con maestros que inspiran, hallé el sentido de mi vida y hacia dónde quería llevarla.
Porque el mapa, el de mi ruta, el que trazaba lo que para mí era un tesoro, siempre estuvo entre mis manos. Sólo me faltaba la luz para dejarme llevar por esa guía.
Muy buena la incursin en las raises familiares, pero la luz que te guio fue mas que esa vela
Bonito tema q desarrollas hoy, lleno como siempre d momentos personales q te han llevado a encontrar tu camino y la luz q te guía x él.
Mi vida esas palabras tan sabias que nos enseñas y entramos en reflexion de todo lo que pasa en nuestras vidas gracias por enseñarnos tanto
Muy cierto lo que escribes mi sisi te felicito por esta enseñanza y reflexiones que nos escribes siempre muchas gracias