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Foto del escritorSissi Arencibia

El culto a la pachamama resume a Perú.




Al son de la flauta, del arpa, del charango, y de esa música de la sierra que contagia por su ritmo, Perú canta a los valles, a los ríos, a las montañas, porque para ellos la tierra, su tierra, será siempre un misterio.


Con sus ponchos multicolores y la energía de su cosmovisión, los habitantes andinos le cantan a la pachamama, que se traduce en el alma que alimenta el valle y el altiplano, y que es a su vez el hogar de pueblos y de razas ancestrales.


Le cantan al cóndor que mira desde lo alto, con la fuerza que desprenden sus voces y el amor por los animales sagrados, esos que vuelan a la altura de sus cordilleras y con los que tienen una relación muy profunda.


Armados con la zampoña, un instrumento de viento con una melodía conmovedora, le rinden homenaje al papacho que labra la tierra y al aldeano que forja la historia de aquella región, pródiga en selvas, montañas multicolores, lagos llenos de agua viva y un verde lecho de diversidad.


En Perú puedes quedarte mucho tiempo sintiendo aquel canto que nace del sentimiento de una tierra enigmática que ha visto, desde su propio sentir musical, a muchos pueblos cansados de tanta miseria y dolor.


Son himnos tristes que alaban la naturaleza, con esa melodía de quien se estremece ante el dolor que durante años se le ha causado. Mensajes poderosos que nos inducen al respeto que se debe tener por la tierra.


“Ya no llores pachamama, que tus hijos volverán. Ya no sufras madre tierra, que aún hay tiempo de cambiar”.


El culto a la pachamama es algo que resume a Perú, una nación sabia, con un pasado impresionante y un misticismo tal que su universo, su mundo, su tiempo y lugar giran en torno a ese concepto.


El término tiene su origen en los pueblos andinos que habitaban hace miles de años atrás, ya que para los quechuas los cuatro principios cosmológicos: el agua, la tierra, el sol y la luna, tienen la madre tierra como su origen principal.


Por ella sienten adoración y agradecimiento, porque es responsable de las cosechas, el buen tiempo, los animales y la abundancia. Y eso es todo para una nación de fuerte tradición agrícola.


Mitológicamente hablando, pachamama es la diosa de la fertilidad, es la que preside la siembra y la cosecha, la que hizo posible la creación de las montañas que protegen sus cultivos de los fuertes vientos desérticos y también la existencia de la vida.


Ella es la deidad protectora de sus santuarios, de sus rocas sagradas, de los árboles legendarios y de sus animales cósmicos, esos que a ellos los representan y con los que tienen una relación muy estrecha.


Si fuese a resumir su importancia, diría que se trata de un concepto filosófico, cósmico y espiritual.



Perú está en el cono sur de América y tiene varias geografías. Es la tercera nación con mayor biodiversidad de todo el continente. Tiene desde pulpos, jaguares, pumas, cóndores, serpientes, arañas, hasta los representativos camélidos que caracterizan la sierra.


Sus vicuñas, llamas y alpacas hacen la postal del destino, pero sus tótems, por así decirlo, están delimitados por los niveles de espiritualidad.


Así es el caso del cóndor, ubicado en el nivel superior o el cielo; el puma y el jaguar en el nivel de la tierra media y la serpiente, en el nivel del suelo.


El cóndor es sagrado en esta nación. Él encarna la transformación y es visto como el agente fundamental para transmutar y cambiar la muerte en otra característica de la existencia, distinta a la que pueda existir en este plano.


Los descendientes de los incas no ven la muerte como un fin. Justo por eso, creen que cuando el animal come la carne transmuta la condición de los que han marchado a otra vida, y por ello lo consideran un agente del cosmos y un animal espiritual.


En su lengua nativa le llaman kuntur y es inmortal para ellos. Representa el Jananpacha, la tierra de arriba, del cielo y del futuro. Desde tiempos antiguos fue considerado mensajero divino y se creía que podía volar entre el mundo terrenal y el espiritual.


El cóndor andino es símbolo de fuerza, libertad y poder. Ha sido adorado a través de los siglos, al igual que la araña, porque teje y los tejidos son importantes en estas civilizaciones, que viven en lugares fríos.


El tejido peruano es altamente sofisticado, gracias a la lana de sus camélidos, animales sin los que no se habrían desarrollado las culturas serranas.


Su domesticación permitió combinar la provisión de lana con la carga y la carne para el alimento desde tiempos ancestrales.


Su concepción de los animales es, al igual que el mito de la pachamama, esencial para entender su cultura. No podemos mirar la estructura de estos pueblos, sin tocar los aspectos sagrados de su corazón.


Son, por así decirlo el aliento y la sangre que alimenta el cuerpo y la vida de esta gente, preocupada como pocos por el deterioro ecologista de la tierra.


Sus instrumentos de viento elevan ese clamor desde las cumbres y ese eco terminó levantando otras banderas, identificadas con la preservación del medio ambiente.


Sus niveles de advertencia son musicalizados por cantautores, como Manu Chao, con esa letra pegajosa que deja escuchar: “Por el suelo hay una compadrita que ya nadie se para a mirar; por el suelo hay una mamacita que se muere de no respetar. Pachamama te veo tan triste, pachamama me pongo a llorar”.

 

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3 commentaires


aidafuentes1942
aidafuentes1942
09 avr.

Me encantó conocer las costumbres y la cultura de ese hermoso país y sobretodo el culto a la tierra y los animales. Qué bellos animalitos!!!!.

Me gusta mucho la forma en que describes todo. Esperamos los próximos. 😘😘❤️❤️

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Joaquin Uscanga
Joaquin Uscanga
08 avr.

Que hermosos lugares llenos de cultura tradiciones la verdad que muchas gracias mi sisi por compartir con nosotros esto tan bonito e interesante Dios te bendiga siempre

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estrehernandezfuentes
08 avr.

Muy grato el argumento de este capítulo, tú estilo de escribir sencillo, claro, pero con profundos sentimientos ,logras trasmitir en este caso el orgullo de los peruanos al agradecer y hablar de la tierra en un sentido muy profundo y espiritual

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