Cada trayecto de la ruta hacia Santiago de Compostela me reveló una poderosa lección para que yo entendiera que mi vida no es cualquier cosa. Y si he podido llegar hasta los confines del mundo es porque en el camino debía ser testigo de ese milagro.
Mi llamado me llevó a esa ruta medieval, que a lo largo de los siglos cruzaron miles de peregrinos de todo el mundo. Creo que no se le puede poner precio a esa experiencia, pero, una vez que la has tenido, te define para siempre.
La magia empezó con el primer paso. Andar pueblo a pueblo por los caminos de Galicia era posible, porque seguía una pasión y una causa. Porque quería una vida extraordinaria y me esforcé por superar los desvíos que forman parte del plan de Dios para tu trayecto personal.
Con el correr del tiempo aprendí a valorar la vida, pero fueron los años de andar de un lado a otro, alejada de mis padres, de mi país, de mi cultura, juntando horas de vuelo, los que me hicieron visionar lo milagrosa que es.
El llamado de Dios nunca es obvio. Para descubrirlo, tuve que recorrer muchos caminos y pasar varias pruebas, donde pude ver mi potencial, pero también mis limitaciones. Vi eso que yacía en mi interior y juré reverenciarlo.
Sólo cuando descubres la verdad sobre ti mismo, cuando quedas expuesto y aprendes a manejar lo bueno y lo malo que te pasa, cuando creces bajo un espíritu de autenticidad, es que estás preparado para manejar la bendición que él guarda para ti.
Por eso cuando el propósito se reveló dos años atrás aprecié aún más el milagro de vivir, porque eso me daba el material que necesitaba para escribir.
Hice el camino en otoño con el olor de la hierba recién segada en el campo y siguiendo la flecha amarilla en todo momento.
El viaje fue una aventura y un desafío, una experiencia que me dio el valor para continuar haciendo lo que amo.
Las vivencias fueron muchas y eso pude experimentarlo porque me mantuve en la ruta. Todos caminan por algo. Algunos lo hacen para ejercitarse y ver paisajes; otros porque perdieron algo o a alguien; algunos buscando encontrarse a sí mismos o algo superior, y los menos simplemente porque aman caminar.
Reflexioné callada en todo eso cuando salí de Palas de Rei, una importante comarca agrícola y ganadera, de valles fértiles y riqueza forestal, que une el camino del norte con el camino francés, ambos de peregrinaje hacia Compostela.
Considerada uno de los hitos del camino de Santiago, Pallatium Regis, según el Códice Calixtino, es un punto de encuentro de caminantes que se reúnen en el Campo dos Romeiros para avanzar hacia Compostela, unos 64 kilómetros más adelante.
Esta etapa resultó un poco más forzada por los desniveles del terreno. Dejaba atrás la provincia de Lugo para adentrarme en la Coruña, un sitio que me movía otro tipo de recuerdos asociados a mi linaje.
Unos 14 kilómetros separaban a Palas de Rei de Melide, pasando por Leboreiro, un paseo agradable arropado de frondosos bosques. Un enclave jacobeo en la Edad Media y el lugar donde la virgen María da la bienvenida a los peregrinos.
Aquel andar escarpado, preñado de subidas y bajadas, me permitió vencer una jornada más. Significó un mayor esfuerzo, eso sí, pero ya conocía que no llegas a destino siguiendo una línea recta. Así no es el camino y mucho menos el viaje personal.
En el último hay desafíos, pruebas, tribulaciones, tienes que cultivar la paciencia, hasta volverte un verdadero piloto de tormentas. Un ser fuerte, que tiene que sufrir algo demasiado grande para que baje los brazos, porque ningún vendaval puede mover sus bases.
Así es el llamado y muchas veces así resulta cuando encuentras propósito.
En mi caso me llevó a tener una vida real, con cosas interesantes que aprender, emociones que enfrentar y suficiente material vivencial para contar.
De los recuerdos de mi niñez hay uno que destaca porque me veo parada frente a muchos muñecos dando una lección escolar. Y esas memorias tan nítidas que conservo tal vez me estén diciendo que convertirme en alguien que pueda enseñar a partir de su proceso personal, forma parte de mi misión de vida.
Lograr la identificación a partir de lo que cuento me llevó a forzar la mente y a querer vivir cientos de experiencias más. También a acumular horas de vuelo y a abrazar este ejercicio como un sacerdocio.
Hagas lo que hagas, lo importante es mantenerte en una dirección y encontrar propósito. Hacer que la vida valga la pena, me llevó a viajar por el mundo y a escribir. Y eso es una herramienta que también Dios usa para llegar a otros.
Asentar las vivencias del camino podría convertirse en lo más preciado de mi legado, porque en ellas está lo que define mi andar por la vida. Al hacer que mis días cuenten moldeo esa alta pretensión de hacer que mis pasos tengan sentido.
Vivir desde mi pasión me llevó al Camino de Santiago, un trayecto que me significó un esfuerzo, pero me inyectó energía vital para continuar haciendo lo que me ilusiona.
Alcanzar fervientemente cualquier punto del mapa, sin importar la latitud, está en mi argumento de vida desde que era niña y si algo quiero es seguir ese plan, ese trazado divino que está destinado para mí.
Tal vez porque sé que dentro de 20 años estaré más desilusionada por las cosas que no hice que por aquellas que sí hice, como dijera Mark Twain, ese genio de ficción y autor de Las aventuras de Tom Sawyer, un libro que, como muchos, me inspiró en la vida.
Tom fue ese referente que me llevó a navegar hasta salir a mar abierto, a tirar las sogas de proa, a ilusionarme con atrapar los vientos con mis velas, a soñar, a explorar y a descubrir lo que existe más allá de la seguridad de puerto.
Con su recuerdo y el gozo de aprender a cada paso, me despedí ese día.
Caminante no hay camino se hace camino al andar, me vino a la mente esa frase cuando leo tus experiencias
Que linda experiencia de vida nos revelas Sissita .. y a la vez una aventura inolvidable ..la vida es un camino largo a recorrer .. lo más importante es cómo lo hiciste y para quien lo hiciste .. yo pienso que el mejor legado que puedes dejar es haber marcado una diferencia . No por obtener más dinero, sino por cumplir tu misión en la tierra según el plan Perfecto de Dios para cada persona . Síguenos inspirándonos con tus vivencias
Llegar a otros a partir de tus experiencias y desafios de la forma positiva y amena en que lo haces, es de seguro parte de tu misión de vida que desde muy pequeña comenzaste tu preparación ,a través, del juego.No importa cuánto esfuerzo signifique seguir tu plan,si sus resultados te convierten en alguien que pueda enseñar y trasmitir buenas energías y buenos conocimientos a partir de tu proceso personal.
Insisto mi sisi que gran desafío y que experiencia tan grande y hermosa muchas gracias por compartirlo con nosotros y muchas felicidades por a verlo realizado