Cuando descubres la ruta y te desconectas de un determinado ciclo energético, pesado –por decirlo de algún modo-, para pasar a otros niveles de conciencia, entiendes muchas cosas que no percibías antes y hasta reaccionas de forma muy diferente.
Haber hecho el proceso tiene muchas ventajas, porque la percepción de las cosas ahora es desde afuera. Entiendes de una forma diferente el dolor, los procesos, y hasta el actuar de las personas.
Te convences que si algo no puede estar en juego es tu identidad, eso que te define. No importa si defraudas a los demás o no estás a la altura de sus estándares. Te haces responsable de tu bienestar y con ese acto liberador, empieza un camino de evolución que ya no tiene vuelta atrás.
Sabes y aprecias que portas una misión y tienes la posibilidad de avanzar a una energía maestra y transformarte. Tratas de encontrar sentido a tu vida y descubres que solo lo puedes lograr ayudando a otros a que encuentren sentido a la suya.
Años atrás no era consciente de lo que la vida esperaba de mí. Solo me importaba lo que yo esperaba de ella y me deslumbraba todo lo que podía ofrecerme.
Por eso partí en un viaje expansivo para encontrarme. Y ahí vi luces, pero también choqué con mis sombras.
Recorrí muchos caminos, donde resbalé y hasta caí, pero cada paso resultó diferente al anterior, porque hasta en los peores momentos no dejé de sentir que, aunque cambiante, la vida siempre sería una fuente de asombro y novedad.
Cuando me llegó el momento, subí la cima, escalé la montaña para entender, para afirmar mi identidad y crecer como ser humano. Hoy puedo decir que eso me permitió poder ver la cara amable de la vida, poder jugar un poco más con ella.
Porque solo desde allí puede emerger un nuevo tú, puedes tener esa visión agudizada, equilibrada, para sortear cualquier dificultad, aventurarte a los cambios y ver un futuro más prometedor.
No importa si en un momento alguien dejó seco tu pozo emocional, tampoco si te rompieron en mil pedazos por cosas que fueron dichas, que quedaron sin decir, o que te dolieron al escucharlas. Fue todo eso lo que te hizo más fuerte y te permitió dar el salto de fe.
Creo que en mi vida se juntaron la claridad y la gracia para lograr la manifestación, para fecundar y hacer crecer algo nuevo. Entendí que no hay barreras para poder crear y hacerlo desde la alegría, para conectar más profundamente y hacer lo que dicta el corazón.
Construí un nuevo molde, reconstruí mi autoestima desde adentro y me enfoqué en ser mejor cada día. Es el cambio que se hace para uno, por amor propio y que te lleva a vibrar en una energía de independencia, de determinación, de liderazgo.
Y cuando puedes visualizar a la distancia lo que has podido hacer y las veces que te equivocaste, cambias el enfoque. Respetas ese ciclo, tienes más en cuenta los cambios estacionales, aprecias lo que pasó y agradeces haberte quedado por momentos en la oscuridad.
Porque gracias a eso conoces y entiendes tu propia luz, puedes reconocer de dónde viene y aprendes lecciones de vida.
También puedes pegarte cada vez más a ese camino del medio, que es el del equilibrio y el sosiego.
Una vez leí que nuestra vida es un viaje constante, del nacimiento a la muerte. Cambia el paisaje, cambian las personas, las necesidades se transforman, pero el tren sigue adelante. La vida es el tren, no la estación del tren.
Y esa frase no dejo de repetírmela, porque es ese viaje y las experiencias escuchadas en el camino las que me llevaron a identificar que el ser humano es proceso y vive en transformación.
Siempre vamos siendo, decía una experta que admiro mucho. Por eso no hay que quedar preso de la narrativa de otros, ni tampoco de tu propia narrativa. Porque hasta nosotros mismos, recordamos lo que nos conviene y en la interpretación tomamos pedacitos de la realidad y formamos puentes para sobrevivir.
Busqué no quedarme presa, entender que la realidad es subjetiva, es juicio y cada cual tiene una interpretación diferente, hasta de su propia historia de vida. Me permití romper mi propio discurso y entonces descubrí la ruta.
En la medida que iba encontrando mi propia luz, supe que eran mis manos las que tenían el poder.
Hoy dejo que se expresen con gracia. Con ellas me permito agradecer por lo que ha sido, por lo que es y por lo que será.
El camino me llevó a afrontar mi propio destino, el proyecto que Dios tenía reservado para mí. Pero estoy consciente de que es en ese andar y en sus desafíos, donde está el verdadero mapa de mi búsqueda.
Y esa búsqueda no termina. Apenas empieza.
Muchas verdades juntas, pero te queda mucho por vivir y como bien dices estas comenzando, no importan las caidas, lo importante es como nos levantamos y seguimos adelante y parafraseando al poeta lo que brilla con luz propia nada lo puede apagar.
Interesante relato Sissita .. tengo mucha experiencia de casi todas sus fases y es verdad que de todas ellas se aprende , te curas te haces más fuerte siempre que tengas esa mano poderosa de Dios que te ayuda cuando caes a volverte a levantar sin cometer errores ..
Sissita, subir la cima, escalar la montaña y entender la vida es en lo que te ha convertido en el mejor ser humano que eres según tú, porque para mí lo eres desde que llegaste a este mundo. Lo del tren me alegra mucho que siempre lo tengas presente es algo muy verdadero, así como haber encontrado tu propia luz. 🙏🙏
Esa es la vida con momentos buenos y otros no tanto , pero lo importante es saber con luz propia llegar siempre a la cima y mantenerte en la ruta q te llevó a enfocarte en la gran persona q eres . Una gran y educativa reflexión para todos .
Mi vida como siempre excelente t gracias por ayudarnos con tus vivencias a ver la vida diferente .