Brujas es la joya de Bélgica.

Brujas es la joya de Bélgica. Es una ciudad medieval que te hace retroceder en el tiempo por el encanto de sus casas y canales. Está llena de rincones por explorar y parece como sacada de un cuento. Es una de las más bellas de Europa.

Su nombre se traduce en puente, del noruego antiguo, de la época en que los vikingos abandonan la Escandinavia y comienzan a asentarse en la zona central de Europa.

A ella llegué luego de atravesar el tramo submarino del Canal de la Mancha, ese brazo de mar del océano Atlántico que lo comunica con el mar del Norte y separa a la Gran Bretaña de la plataforma continental de Europa.

Un túnel ferroviario parte de Calais y cruza el estrecho en poco más de 30 minutos, permitiendo atravesar una longitud de 50 kilómetros, de los que 39 discurren bajo el mar, gracias a una de las infraestructuras más importantes del continente.

El euro-túnel enlaza ese tramo marítimo y me permitió llegar a Brujas, una de las ciudades más importantes de la zona de Flandes, una de las tres en que se divide geográficamente Bélgica y donde está la parte más rica, industrializada y portuaria.

Tiene tantos canales y puentes como Venecia. Es media gótica y neogótica, pero es mágica y parece de postal. Imbrica naturaleza, fachada medieval y calles estrechas con adoquines, además del placer del chocolate que en esta zona es de un encanto supremo.

Nació como ciudad en el siglo XI y tuvo la suerte, según cuentan, de que temporales y tormentas abrieran ese canal natural que le permitió conectar con el Mar del Norte y desarrollar la industria textil y el comercio.

A su puerto llegaba todo tipo de mercancías, lo que facilitó que entre el siglo XII y el XIII se convirtiera en una de las ciudades más ricas y florecientes de Europa, con el monopolio del comercio y la manufactura de lana.

Entre los siglos XIV y XV llegó a convertirse en uno de los más importantes centros financieros de la Europa medieval. Sin embargo, su decadencia posterior hizo que no llegaran a ella los impactos de la Revolución industrial y la ciudad quedara intacta.

Hoy es un sitio auténtico, bien conservado, con la plaza del mercado al igual que toda ciudad del medioevo. Sus casitas de varias plantas y ventanales con chimeneas te hacen pensar que caminas por una ciudad de ensueño.

Sus construcciones góticas forman parte de la identidad de esta ciudad de la antigua Europa, que estableció vínculos con distintas partes del mundo y cuyo nombre obedece a la escuela de pintura de los primitivos flamencos.

Ello, unido a sus arcos de ladrillo, iglesias de piedra y los carruajes tirados por caballos en las calles hacen que Brujas sea el ejemplo mejor conservado de casco urbano medieval.

Incluida en el Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, tiene un campanario del siglo XIII con un órgano de 47 campanas y una torre de 83 metros de altura con vistas panorámicas.

Su centro histórico se articula alrededor de la plaza principal o Plaza Mayor, donde están situados los más importantes edificios históricos, muchos de los cuales mantienen intactas las estructuras arquitectónicas medievales.

Su monasterio benedictino es un apacible recinto bordeado por una treintena de casitas del siglo XV y salpicado de árboles, que hacen del sitio uno de los más célebres de la ciudad.

La vegetación que crece a la sombra de sus canales y puentes completa una perspectiva, que por años hará de este lugar lo mejor de Bélgica, un país pequeño, monárquico desde 1830, donde se habla flamenco y francés.

Sus paisajes siempre verdes tienen la influencia del mar y por ser centro de pesca, su plato típico es la cazuela de mejillones con apio y vino blanco, la cual forma parte de la gastronomía local de Brujas.

Caminar por sus calles y admirar su arquitectura es lo mejor que puedes hacer en Brujas.

Hacerlo desde un puente siempre resultará especial, por el contraste entre el follaje y los destellos de luz. Eso explica el por qué es la ciudad más visitada y más cautivante de Bélgica, incluso por delante de Bruselas.

Siempre añoraré regresar, por su influencia y encanto. Allí quedó un pedacito de mí como también en Amsterdan, capital de los Países Bajos y el siguiente destino del viaje.